martes, 29 de marzo de 2011
17.2 Megan
lunes, 14 de marzo de 2011
16.2 Amenazas
— No seas tonto, claro que no.
— ¿Qué le estará pasando?
— No tengo idea, pero no se ve nada bien.
Oí las voces arremolinarse unas con otras y por más que intenté concentrarme para saber de quién provenía cada comentario, no podía, era como si estuviera debajo del agua y todo se oía ahogado.
No podía abrir los ojos ni moverme; tenía todo el cuerpo entumido. Después de mucho intentar y nada lograr, me di por vencida y volví a caer en el mundo de los sueños.
Bip. Bip. Bip. Bip.
Si volvía a oír otro bip me volvería loca. Ese maldito sonidito me había despertado e incluso lo había soñado. Abrí los ojos lentamente y los cerré de golpe cuando una fuerte luz me cegó momentáneamente. La cabeza me dolía por la almohada tan dura y acartonada en la que tenía la cabeza y la cama parecía hecha de cartón.
Había un fuerte olor a medicina y líquidos para esterilización inundando la habitación, y eso solo pertenecía a un solo lugar. Todo era blanco, absolutamente blanco sin excepción; cada mueble, cada pared, todo.
Ugh. Un hospital.
Abrí los ojos con cuidado y efectivamente, me encontraba en la cama de un hospital. Todo lo que me rodeaba era blanco y el maldito pitido que oía era una máquina que según lo que había oído medía mi presión sanguínea.
“¿Cómo llegue aquí?” Me pregunté.
— Te desmayaste.
Giré la cabeza hacía la derecha y vi a Lucas sentado en un pequeño sofá junto a una ventana de cortinas –“sorprendentemente”- blancas por las cuáles se filtraba la luz del sol. Vaya que sí lucía mal, con los círculos morados debajo de sus ojos y ese aspecto de no haber comido ni dormido ni un poco.
— ¡Hey! — protestó. — Sigo aquí.
— Si no quieres enterarte de lo que pasa por mi cabeza entonces no oigas lo que pienso. — me defendí.
Inspeccioné la habitación y no encontré nada interesante que hacer.
— ¿Sigues molesta? — preguntó quedamente. No lo estaba encarando, pero sentía su mirada sobre mí como pequeñas agujas que me piqueteaban en cuerpo.
Vacilé. — ¿Tú qué opinas?
— Que anoche me besaste. — se regodeó. Tensé la mandíbula y lo fulminé con la mirada.
— Me diste lástima, solo eso. — mentí mientras miraba una esquina de la pared.
— Mentirosa.
— Arrogante.
— Sabes bien que si querías besarme. — respondió sonriendo.
— Ya te dije que me diste lástima. ¿Por qué crees que me desmayé?
Puso los ojos en blanco y me miró con expresión de falsa sorpresa e indignación. Se levantó de su lugar y caminó lentamente hacia mí, haciendo un esfuerzo inútil por no arrastrar los pies del cansancio que debía estar sintiendo. Se detuvo frente a mi cama y me miró fijamente, como si no lo hubiera hecho en años.
— Te amo. —- murmuró débilmente, y pareció que le estaba costando un esfuerzo terrible pronunciar esas palabras.
De pronto olvidé mi enfado y sentí ganas de llorar, fui capaz de percibir las lágrimas agolpándose detrás de mis ojos y una molesta sensación de vacío en el pecho. No tenía ni idea de que me sucedía, solo sentía ganas de llorar y golpear algo.
— ¿Qué te está pasando, ángel? — preguntó Lucas, con la expresión llena de dolor y preocupación.
Rompí a llorar como una fuente rota y me Lucas me movió un poco para poder abrazarme. Se recostó junto a mí y me rodeó con sus brazos firmemente, protegiéndome con su cuerpo de todo y todos. Era uno de esos momentos en los que no había nada más que nosotros dos y ese lazo que nos unía.
Quería quedarme ahí junto a él todo el tiempo posible, preferiblemente para siempre, pero para mí él para siempre ya no era aplicable. Había echado todo a perder. Y Megan había sido la culpable de todo. Megan había echado a perder tantas cosas que me era difícil recordarlas bien.
No sé cuánto tiempo debimos de estar así, abrazados, pero como en todo momento perfecto, siempre llega alguien a interrumpirlo.
— ¡Luke! — chilló Avril, asomando su cabeza por la puerta.
— Pasa, Avril. — suspiró Lucas, con un matiz de incomodidad en la voz.
Avril entró a la habitación agitando las caderas al caminar y sonriendo casi alegremente. Lucas me miró y besó mi cabello suavemente antes de tomar una de mis manos y entrelazar nuestros dedos. Llevó mi mano a sus labios y besó mis nudillos. Logré ver como Avril rodaba los ojos con molestia y sentí una punzada de odio hacía ella.
— ¿Te molestaría cuidarla un rato en lo que voy y aviso a Ev y Elizabeth que ya despertó? — preguntó Lucas.
— Pero-
— Gracias, yo también te quiero. — la cortó Lucas antes de que pudiera decir algo más. Se inclinó sobre mí y plantó un beso en mi frente y otro en mis labios antes de ponerse de pie y dirigirse a la puerta. — Vuelvo enseguida, solo han bajado a la cafetería.
Y se fue.
Avril refunfuñó audiblemente y se sentó de mala gana en la silla en la que Lucas había estado antes. El silencio era pesado e incómodo y sentía mi corazón latir en mis oídos. Todavía no sabía qué hacía allí, así que solo pude preguntarle:
— ¿Tú sabes porque estoy aquí?
Ella alzó su cabeza y me clavó la mirada, entrecerrando un poco los ojos y frunciendo el ceño profundamente. Bufó y lanzó su cabello lejos de su rostro.
— Te has desmayado. No podían lograr que despertaras, ardías en fiebre y tu ritmo cardíaco estaba por los suelos. — respondió secamente. — Estás estabilizada, pero creo que debes quedarte en observación un par de días.
Eso me dejó callada un instante. Lo de la fiebre y el desmayo lo entendía, no me había estado sintiendo bien últimamente, ¿pero ritmo cardíaco bajo? Eso si no tenía ninguna explicación lógica para mí. Me sentí estremecer y el sonidito del demonio aumento su velocidad.
Yo no le agradaba a esa chica por alguna razón que no sabía, y eso me ponía nerviosa, porque al parecer todos la quería y adoraban y demás. Yo jamás la había conocido en mi vida, así que, ¿Por qué tanto odio? Tragué saliva y probé mi suerte.
— ¿No te agrado, cierto? —me atreví a preguntarle.
Esperé que dijera algo, pero en su lugar, comenzó a reír histéricamente, abrazó su abdomen con un brazo y con el otro quitaba el cabello que caía en su rostro cuando se inclinaba hacía enfrente.
— No, claro que no me agradas. — confesó.
— ¿Qué te hice yo?
En menos de lo que parpadeaba, ya había cubierto la distancia entre nosotras y se encontraba de pie junto a mi camilla. Aferró sus manos al barandal y se inclinó ligeramente, mostrándome sus relucientes dientes. Sus ojos seguían pareciéndome inquietantemente familiares pero hermosos y a la vez aterradores.
— Mira, dejemos esto en claro. No me agradas y sé que no te agrado. Yo estoy aquí por Lucas y creo que tu también, así que, ¿qué te parece si no te metes en mi camino y todos somos felices? Porque si aquí alguien debe hacerse a un lado, esa eres tú, y no yo. — me dijo lentamente, como si fuera una retrasada mental.
— Eres… —intenté decir, pero me interrumpió.
— ¿Una zorra? Lo sé. — sonrió. — Lucas es demasiado bueno para alguien como tú, así que por tu bien, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir o de lo contrario, me vas a conocer.
Dos días después y con la promesa de vigilarme, fui dada de alta y se me permitió volver a la escuela. Todo el Instituto parecía haber sido puesto bajo una capa de bruma. Todo parecía bailar frente a mí y sentía que en cualquier momento golpearía el suelo y me quedaría ahí, sola e inconsciente.
Arrastré los pies hasta mi casillero y antes de abrirlo, una nota cayó de una de las rendijas y me acuclillé para recogerla. El papel era rugoso, y parecía haber sido arrugado a propósito. Lo desdoblé con cuidado y leí:
“He sido un idiota. Lo siento mucho.
Jake”.
Eso era algo que tenía que oír.
Entré a la bodega a la hora citada. El aire era denso y difícil de respirar; me pregunté por qué Jake querría citarme en un lugar como ese si podríamos hablar en cualquier parte. Tal vez solo quisiera privacidad, me dije.
La puerta se cerró repentinamente y de alguna forma, la temperatura pareció descender drásticamente. Una risotada estruendosa retumbó por toda la bodega y sentí una necesidad urgente de salir corriendo de ahí, pero cuando intenté abrir la puerta, esta parecía atascada.
Alguien chasqueó la lengua y dijo: — No funcionará.
Una sensación parecida a la de arañas caminando por todo mi cuerpo me embargó y quise correr, pero mis piernas se quedaron clavadas al suelo.
— Vaya, vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? Nada más y nada menos que a la inofensiva Destiny Boudelair. — se mofó la voz.
Megan.
.:. :. :.
Hola! Creo que los nombres de los capitulos seran el nombre de la cancion que oiga en ese momento a falta de imaginacion o.O Gracias a las chicas que comentan. Se les quiere, Bianca♥