Soulmates

Sola. Esa fue la unica palabra que logró penetrar mi caparazón.



martes, 29 de marzo de 2011

17.2 Megan

Megan.

Cerré los ojos con fuerza y busqué apoyo en algo, lo que fuera, para no perder el equilibrio. El suelo pareció bailar bajo mis pies violentamente y una onda de nauseas hizo que mi estómago se revolviera. Sentí las arcadas y un desagradable sabor en la boca que me marearon aún más.

No podía ser real; ella no podía estar ahí, frente a mí. No después de que hubiera matado a Taylor. Ella se había escapado para no volver así que tenía que estarlo imaginando. Lucas jamás lo hubiera permitido. Aunque… tenía mis dudas.

Abrí los ojos reluctante, tomé aire lentamente y lo exhalé entre dientes. Miré por todos lados, y no vi nada. Ni a nadie. Un suspiro de alivio salió por mis labios y caí al suelo, riendo histéricamente por haber sido tan tonta. Claro que tenía que haberlo imaginado después de todas esas cosas raras que me habían pasado últimamente.

— ¿Me extrañaste?


Giré mi cabeza y ahí estaba, sentada con las piernas cruzadas sobre una de las grandes pilas de cajas que había en la bodega. Su rubio cabello resplandecía en la luz fosforescente y el que debería ser marrón de sus ojos, resplandecía de un horrendo rojo escarlata.


— Oh, claro que lo hiciste. — se mofó Megan.


Mi respiración se detuvo. También mi sangre y prácticamente cada sistema de mi cuerpo. Una sonrisa salvaje se curvó en sus labios y todo volvió a funcionar de nuevo dentro de mí. Quise correr, pero como al principio, me quedé clavada al suelo, incapaz de hacer nada.

— Si yo fuera tú, no lo intentaría. — comenzó a caminar en círculos alrededor de mí, inspeccionándome con cuidado. — Tú sabes lo que soy capaz de hacer. — mordió una de sus uñas y sonrió. — Bueno, antes que nada, hola, Destiny Boudelair.

Mordí mi lengua y me abstuve de decir algo más porque sabía que no diría nada bueno, aunque de todas formas, no me iba a ayudar de mucho decir cualquier cosa. Si estaba ahí para matarme, aunque rogara y suplicara, no se iba a detener a tener cualquier clase de compasión por mí.

Ya que vio que no respondí, se acercó a mí y tomó mi barbilla en una de sus manos. Clavó sus uñas en mi piel y me miró directo a los ojos.


— Se dice: “Hola, Megan. Es un placer volver a verte. ¿Cómo te ha ido?” — comenzó a balbucear, haciendo una pobre imitación de mi voz.

Hice lo que me pedía. Resistirme no serviría de nada.

— Hola, Megan. — fue lo único que mascullé. Cada movimiento de mi mandíbula significaba que sus uñas se clavaban más en mi carne y eso solo provocaba más dolor.

Echó a reír estruendosamente y me liberó de su agarre.

— No temas, no vine a matarte. — dijo mientras caminaba. Se detuvo un segundo y me miró sobre su hombro. — O al menos no hoy. — sonrió y siguió caminando.

— ¿Entonces qué quieres? —demandé saber, esforzándome porque mi voz se oyera amenazadora, pero más bien me recordó a una niña pequeña que quiere que dejen de hostigarla.

— ¿Qué no puedo simplemente venir a ver cómo te encuentras? — se detuvo detrás de una caja y recargó sus codos en ella, mirándome con la expresión más inocente que tenía.


Se veía tan normal, dulce e inocente que casi me lo trago. Era fácil creer que ella no mataría ni una mosca, pero yo sabía más sobre ella. Ella era una vampiresa que no se tocaba el corazón cuando de alimentarse se trataba y tampoco para romperle el cuello a alguien como Audrey, una chica que había coqueteado con Lucas y había intentado ayudarla.


— ¿No será que vienes a ver qué tan miserable soy? — inquirí.

Me dedicó una deslumbrante sonrisa y volvió a seguir con su caminata por la bodega. Tomó un par de objetos que no logré ver y los olisqueó, haciendo muecas de desagrado.

— Recuerda que yo sé tú pequeño sucio secreto, pequeña humana. — me guiñó un ojo y se sentó en otra caja. — Yo sé lo que pasó esa noche, solo estábamos nosotros cuatro. ¡Ops! ¡Nosotros tres! — rió como una chiquilla que acaba de cometer una travesura sin importancia y me estremecí. Para ella no significaba nada. — ¡Fue tan dulce! ¡Tú vida por la de una basura como Lucas!

Di un paso al frente. No iba a permitir que lo insultara de ninguna manera; no tenía derecho de ello. Busqué a tientas algo que pudiera ayudarme para “incapacitarla” y así escapar, pero no encontré nada parecido a ajo; ni siquiera estaba segura de si eso funcionaba realmente.

— No lograrás nada, bonita. Necesitarías una destreza que dudo que tengas y unas cuantas cosas más que no soy tan tonta para mencionar.


Conté hasta tres e intenté correr a la puerta. Oí a Megan suspirar con exasperación y de un segundo a otro, ya estaba del otro lado de la habitación, en el suelo debajo de cosas que no me molesté en identificar.

— Por favor, déjame ir. Te lo suplico… — probé. Tal vez si fingía estar tan asustada como para suplicar, me dejaría ir.

Megan sonrió con satisfacción y se acercó para levantarme. Agarró mi cabello con una de sus manos y lo enredó entre sus dedos. Lo jaló con tanta fuerza que creí lo arrancaría todo y me vi de pie en un instante, gimiendo.

— No dudé que lo harías. — se burló. — Pero necesito que hagas algo por mí.

Me soltó y casi caigo al suelo. Buscó algo en uno de los bolsillos de su chaqueta y sonrió. Me mostró dos pequeños sobres, cada uno tenía escrito un nombre con perfecta caligrafía. Andrew y Emily.

Gemí. ¿Qué tenían que ver esos dos nombres entre sí? Andrew era el ex novio de Megan, pero el nombre Emily no tenía ningún sentido para mí.

Un segundo.

No podía ser la misma Emily que yo conocía, ¿verdad? Se acercó más a mí y metió ambos sobres en uno de míos bolsillos con cuidado y después acomodó mi chaqueta pulcramente.

— Necesito que entregues esto a mí amado Andrew y a Emily, la chica por la cual Lucas te ha cambiado. — habló ella, con la sonrisa más grande que alguna vez le vi. — Pobrecita de ti. Tú vida están… miserable. Ni tus padres, ni tu prima, amigos, ¡ni Lucas te quiere!

— Calla.

¿Y quién me va a obligar? ¿Tú? ¡Ha-ha-ha! ¡Que alguien me ayude! — rió. — Has lo que te he pedido. Sé que puedes hacerlo, no es tan difícil. Además, es un buen trato. ¡Tú entregas mis cartas, y yo te dejo vivir!

Aplaudió y dio pequeños saltitos en su lugar. Aproveché su distracción e intenté correr una vez más y volvió a pasar lo mismo; volví a ser lanzada a un lado por ella. Solo que esta vez hubo una gran diferencia. Esta vez, choqué contra algo que me provocó una herida en la muñeca por la cual comenzó a borbotear sangre.

Una expresión hambrienta le cruzó el rostro y se acercó a mí. Sus ojos cambiaron del rojo al negro y una sombra eclipsó sus facciones. Me mostró sus colmillos y gruñó. Tomó mi cabello y lo jaló hacía atrás; mi garganta quedó expuesta.

— Esto no te dolerá. — lo pensó un segundo. — Olvida eso. Claro que lo hará.

Sus fríos labios presionaron mi piel y sentí sus colmillos rozar mi garganta expuesta. Sabía lo que venía después. Forcejeé con todas mis fuerzas, pero un humano jamás se compararía con un vampiro y menos uno de su edad.

Un agudo dolor me azotó en el cuello y fui consciente de sus colmillos rasgando mi piel. Jadeé en busca de aire, y este no llegó. Era la sensación más extraña que jamás había sentido. Sentí que tomaban la vida fuera de mí y no podía hacer nada para detenerlo. No dolió. Es más, hasta se sintió bien. Fue como cuando te anestesian y todo te parece gracioso. Todo era tan gracioso que no podía sentir miedo, por más que una vocecita gritaba dentro de mi cabeza que debía sentirlo. Mi cuerpo se volvió de plomo y puntos de colores bailaron frente a mí.

Bailé entre la conciencia y la inconsciencia hasta que no supe más de mí.

lunes, 14 de marzo de 2011

16.2 Amenazas

— ¿Está despierta?

— No seas tonto, claro que no.

— ¿Qué le estará pasando?

— No tengo idea, pero no se ve nada bien.

Oí las voces arremolinarse unas con otras y por más que intenté concentrarme para saber de quién provenía cada comentario, no podía, era como si estuviera debajo del agua y todo se oía ahogado.

No podía abrir los ojos ni moverme; tenía todo el cuerpo entumido. Después de mucho intentar y nada lograr, me di por vencida y volví a caer en el mundo de los sueños.





Bip. Bip. Bip. Bip.

Si volvía a oír otro bip me volvería loca. Ese maldito sonidito me había despertado e incluso lo había soñado. Abrí los ojos lentamente y los cerré de golpe cuando una fuerte luz me cegó momentáneamente. La cabeza me dolía por la almohada tan dura y acartonada en la que tenía la cabeza y la cama parecía hecha de cartón.

Había un fuerte olor a medicina y líquidos para esterilización inundando la habitación, y eso solo pertenecía a un solo lugar. Todo era blanco, absolutamente blanco sin excepción; cada mueble, cada pared, todo.

Ugh. Un hospital.

Abrí los ojos con cuidado y efectivamente, me encontraba en la cama de un hospital. Todo lo que me rodeaba era blanco y el maldito pitido que oía era una máquina que según lo que había oído medía mi presión sanguínea.

“¿Cómo llegue aquí?” Me pregunté.

— Te desmayaste.

Giré la cabeza hacía la derecha y vi a Lucas sentado en un pequeño sofá junto a una ventana de cortinas –“sorprendentemente”- blancas por las cuáles se filtraba la luz del sol. Vaya que sí lucía mal, con los círculos morados debajo de sus ojos y ese aspecto de no haber comido ni dormido ni un poco.

— ¡Hey! — protestó. — Sigo aquí.

— Si no quieres enterarte de lo que pasa por mi cabeza entonces no oigas lo que pienso. — me defendí.

Inspeccioné la habitación y no encontré nada interesante que hacer.

— ¿Sigues molesta? — preguntó quedamente. No lo estaba encarando, pero sentía su mirada sobre mí como pequeñas agujas que me piqueteaban en cuerpo.

Vacilé. — ¿Tú qué opinas?

— Que anoche me besaste. — se regodeó. Tensé la mandíbula y lo fulminé con la mirada.

— Me diste lástima, solo eso. — mentí mientras miraba una esquina de la pared.

— Mentirosa.

— Arrogante.

— Sabes bien que si querías besarme. — respondió sonriendo.

— Ya te dije que me diste lástima. ¿Por qué crees que me desmayé?

Puso los ojos en blanco y me miró con expresión de falsa sorpresa e indignación. Se levantó de su lugar y caminó lentamente hacia mí, haciendo un esfuerzo inútil por no arrastrar los pies del cansancio que debía estar sintiendo. Se detuvo frente a mi cama y me miró fijamente, como si no lo hubiera hecho en años.

— Te amo. —- murmuró débilmente, y pareció que le estaba costando un esfuerzo terrible pronunciar esas palabras.

De pronto olvidé mi enfado y sentí ganas de llorar, fui capaz de percibir las lágrimas agolpándose detrás de mis ojos y una molesta sensación de vacío en el pecho. No tenía ni idea de que me sucedía, solo sentía ganas de llorar y golpear algo.

— ¿Qué te está pasando, ángel? — preguntó Lucas, con la expresión llena de dolor y preocupación.

Rompí a llorar como una fuente rota y me Lucas me movió un poco para poder abrazarme. Se recostó junto a mí y me rodeó con sus brazos firmemente, protegiéndome con su cuerpo de todo y todos. Era uno de esos momentos en los que no había nada más que nosotros dos y ese lazo que nos unía.

Quería quedarme ahí junto a él todo el tiempo posible, preferiblemente para siempre, pero para mí él para siempre ya no era aplicable. Había echado todo a perder. Y Megan había sido la culpable de todo. Megan había echado a perder tantas cosas que me era difícil recordarlas bien.

No sé cuánto tiempo debimos de estar así, abrazados, pero como en todo momento perfecto, siempre llega alguien a interrumpirlo.

— ¡Luke! — chilló Avril, asomando su cabeza por la puerta.

— Pasa, Avril. — suspiró Lucas, con un matiz de incomodidad en la voz.

Avril entró a la habitación agitando las caderas al caminar y sonriendo casi alegremente. Lucas me miró y besó mi cabello suavemente antes de tomar una de mis manos y entrelazar nuestros dedos. Llevó mi mano a sus labios y besó mis nudillos. Logré ver como Avril rodaba los ojos con molestia y sentí una punzada de odio hacía ella.

— ¿Te molestaría cuidarla un rato en lo que voy y aviso a Ev y Elizabeth que ya despertó? — preguntó Lucas.

— Pero-

— Gracias, yo también te quiero. — la cortó Lucas antes de que pudiera decir algo más. Se inclinó sobre mí y plantó un beso en mi frente y otro en mis labios antes de ponerse de pie y dirigirse a la puerta. — Vuelvo enseguida, solo han bajado a la cafetería.

Y se fue.

Avril refunfuñó audiblemente y se sentó de mala gana en la silla en la que Lucas había estado antes. El silencio era pesado e incómodo y sentía mi corazón latir en mis oídos. Todavía no sabía qué hacía allí, así que solo pude preguntarle:

— ¿Tú sabes porque estoy aquí?

Ella alzó su cabeza y me clavó la mirada, entrecerrando un poco los ojos y frunciendo el ceño profundamente. Bufó y lanzó su cabello lejos de su rostro.

— Te has desmayado. No podían lograr que despertaras, ardías en fiebre y tu ritmo cardíaco estaba por los suelos. — respondió secamente. — Estás estabilizada, pero creo que debes quedarte en observación un par de días.

Eso me dejó callada un instante. Lo de la fiebre y el desmayo lo entendía, no me había estado sintiendo bien últimamente, ¿pero ritmo cardíaco bajo? Eso si no tenía ninguna explicación lógica para mí. Me sentí estremecer y el sonidito del demonio aumento su velocidad.

Yo no le agradaba a esa chica por alguna razón que no sabía, y eso me ponía nerviosa, porque al parecer todos la quería y adoraban y demás. Yo jamás la había conocido en mi vida, así que, ¿Por qué tanto odio? Tragué saliva y probé mi suerte.

— ¿No te agrado, cierto? —me atreví a preguntarle.

Esperé que dijera algo, pero en su lugar, comenzó a reír histéricamente, abrazó su abdomen con un brazo y con el otro quitaba el cabello que caía en su rostro cuando se inclinaba hacía enfrente.

— No, claro que no me agradas. — confesó.

— ¿Qué te hice yo?

En menos de lo que parpadeaba, ya había cubierto la distancia entre nosotras y se encontraba de pie junto a mi camilla. Aferró sus manos al barandal y se inclinó ligeramente, mostrándome sus relucientes dientes. Sus ojos seguían pareciéndome inquietantemente familiares pero hermosos y a la vez aterradores.

— Mira, dejemos esto en claro. No me agradas y sé que no te agrado. Yo estoy aquí por Lucas y creo que tu también, así que, ¿qué te parece si no te metes en mi camino y todos somos felices? Porque si aquí alguien debe hacerse a un lado, esa eres tú, y no yo. — me dijo lentamente, como si fuera una retrasada mental.

— Eres… —intenté decir, pero me interrumpió.

— ¿Una zorra? Lo sé. — sonrió. — Lucas es demasiado bueno para alguien como tú, así que por tu bien, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir o de lo contrario, me vas a conocer.







Dos días después y con la promesa de vigilarme, fui dada de alta y se me permitió volver a la escuela. Todo el Instituto parecía haber sido puesto bajo una capa de bruma. Todo parecía bailar frente a mí y sentía que en cualquier momento golpearía el suelo y me quedaría ahí, sola e inconsciente.

Arrastré los pies hasta mi casillero y antes de abrirlo, una nota cayó de una de las rendijas y me acuclillé para recogerla. El papel era rugoso, y parecía haber sido arrugado a propósito. Lo desdoblé con cuidado y leí:


“He sido un idiota. Lo siento mucho.
¿Podríamos hablar después de clases?
Si aceptas, te espero en la bodega, después del último periodo.
Jake”.


Eso era algo que tenía que oír.



Entré a la bodega a la hora citada. El aire era denso y difícil de respirar; me pregunté por qué Jake querría citarme en un lugar como ese si podríamos hablar en cualquier parte. Tal vez solo quisiera privacidad, me dije.

La puerta se cerró repentinamente y de alguna forma, la temperatura pareció descender drásticamente. Una risotada estruendosa retumbó por toda la bodega y sentí una necesidad urgente de salir corriendo de ahí, pero cuando intenté abrir la puerta, esta parecía atascada.

Alguien chasqueó la lengua y dijo: — No funcionará.

Una sensación parecida a la de arañas caminando por todo mi cuerpo me embargó y quise correr, pero mis piernas se quedaron clavadas al suelo.

— Vaya, vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? Nada más y nada menos que a la inofensiva Destiny Boudelair. — se mofó la voz.

Megan.

.:. :. :.

Hola! Creo que los nombres de los capitulos seran el nombre de la cancion que oiga en ese momento a falta de imaginacion o.O Gracias a las chicas que comentan. Se les quiere, Bianca♥