Soulmates

Sola. Esa fue la unica palabra que logró penetrar mi caparazón.



lunes, 8 de noviembre de 2010

Sorry :C

Hola, Chicas.:D
Esta es Caddy c; Soy amiga de Bianca . Me pidió que les dijera que: "PERDON!" por no haber podido publicar el capítulo que les prometió hoy, pero que enserio se sentía mal. Al parecer ella me va a estar pasando los capítulos y yo los publicaré. La nena anda un poquitín mal de salud :s

Jaja, espero caerles bn (:
Bueno, mañana les publico los capítulos que me pase o si se siente bien y me lo pasa en un rato, en un rato pubblico ^.^
Cuidense.
Caddy<3

domingo, 7 de noviembre de 2010

9.2 Chica Nueva


Y ahí me tenían, sentada en el sillón de mi sala, con cuatro miradas furiosas sobre mí. No podía dejar de llorar y eso no parecía importarles. De hecho, ni siquiera sabía por qué estaban tan enojados conmigo, solo sabía que lo estaban. Por un momento llegué a pensar que les daba gusto verme así; que se regodeaban de mi pesar. Pero Ev y Damen no eran así. Ellos jamás se alegrarían por mis desgracias.

Los miré a los ojos. Lo único que quería era que dijeran algo que me hiciera sentir aún peor para así terminar castigada y poder ir a llorar sola a mi habitación hasta quedarme dormida y despertar diciéndome que todo lo había soñado. Pero no, solo se quedaron callados observándome.

La cabeza me zumbaba y sentía mi piel demasiado caliente como para ser normal, pero, ¿Qué más daba? Con suerte me internaban en el hospital un mes, sin derecho a visitas ni a salir.

Ev me miró fijamente y caminó hacia mi lugar. Se arrodilló frente a mí y me abrazó. Me sentía cansada y estar entre sus brazos, me hizo sentir bien. Extrañaba sentirme con esa seguridad que solo ella y Dam me proporcionaban. Ese calor que me recordaba a mi hogar y que prometía el bienestar de todo.

-Shh. Shh.- dijo, calmándome mientras frotaba mi espalda. La aún húmeda ropa se pegó a la piel de mi espalda y me hizo estremecer del frío.- Todo va a estar bien.

Me sentí como una niña pequeña. La abracé con fuerza, reacia a alejarme y ella me siguió confortando. Me tomó de la mano e hizo que me levantara de mi asiento. Alguien pareció querer protestar, pero ella lo ignoró y me arrastró al segundo piso.

Cuando nos vimos en mi habitación, me hizo sentar en la orilla de mi cama y cerró los ojos para que mi cepillo volara a su mano desde el baño. La miré boquiabierta y deseé poder hacer eso que ella, pero para mí ya no era posible. No dijo nada, se sentó detrás de mí y cuidadosamente comenzó a cepillar mi húmedo y enmarañado cabello.

Vi mi pijama flotar desde un cajón que se abrió por si solo hasta sus manos y me la extendió.

-Toma.- dijo suavemente.- Vístete en lo que te traigo algo de comer. ¿Está bien?

Asentí. Me regaló una dulce sonrisa antes de salir de mi habitación y dejarme sola para que me vistiera. Me quité la ropa mojada y la coloqué dentro del cesto de la ropa sucia. Me puse una blusa de algodón y un pantalón de la misma tela; ambos suaves y frescos, justo lo que deseaba. Ella volvió a los pocos minutos, con una humeante taza y algo en un plato que no supe identificar.

-Ten. Chocolate caliente. Tiene malvaviscos. – sonrió, a sabiendas de que era mi bebida favorita. Me extendió la taza y la tomé entre ambas manos.- Y aquí te traigo algo de pan tostado para acompañarlo.

Los tomé y comencé a comer. Sentí el líquido caliente al bajar por mi garganta lentamente, como en cámara lenta, y me gustó. De una forma extraña y torcida me gustó sentir el pequeño dolor en mi garganta. No era nada comparado con lo que me dolían otras cosas, pero me gustaba.

-Ahora sí. ¿Quieres contarme que sucedió?- preguntó ella calmadamente. A pesar de su máscara de serenidad, sabía que ella se moría de la curiosidad.

Vacilé.

No sabía si realmente debía contarle lo que había sucedido. A final de cuentas era mi prima y seguramente iría a contarle a Damen, que lo más probable fuera que quisiera romperle la cara a… bueno, a él, pero también era mi mejor amiga, y quería contarle. Así que solté la bomba. Le conté todo lo que había sucedido, obviamente omitiendo detalles como mi falta de magia y/o poderes, pero de allí en más, conté lo que Jake me había dicho, como me había sentido, lo que había pasado a la hora de contarle a Lucas, lo que había hecho al oírlo y demás.

Negó con la cabeza cuando terminé. No quería creerlo. Ella tenía demasiada confianza en Lucas como para creerse algo así.

-¿Lo dejaste terminar?- preguntó ella, nerviosa de la que pudiera llegar a ser mi reacción.

-Mmm. Yo—no lo pensé. – admití. Me miró con los ojos abiertos de par en par.

-¡Ves! Ahí lo tienes. Siempre sacas conclusiones apresuradas. ¡Dale la oportunidad de explicarte!- gritó animadamente.

-Yo--No puedo.- respondí tristemente. No sabía si estaba triste porque realmente sentía que Lucas me había usado o por que Ev tenía un punto.- No es la primera vez que lo hago. Además no estamos seguras, Ev.

Abrió la boca, lista para protestar y negué con la cabeza, dándole a entender que no tenía caso. Posiblemente lo había arruinado. Probablemente no, pero la mayor parte de mi cerebro me decía que si debí haberlo dejado terminar.

Ev miró a un lado, justo al calendario junto a mi cama y oí como tragó saliva ruidosamente.

-Dest, ¿recuerdas que día es mañana?- preguntó quedamente, cambiando radicalmente de tema.

Revisé la fecha y no pude evitar tragar saliva de igual manera. Las lágrimas me quemaron los ojos cuando recordé que acontecía al día siguiente.

-Si.- anuncié.- Claro que lo recuerdo.





Las nubes cubrían el cielo, dándole un aspecto lúgubre al lugar. Las flores en mis manos parecían más frágiles que nunca antes. Todo lo que veía parecía extrañamente pintado con algún tipo de tinta gris, como en las películas que todo parece triste y desolado. Solo que no era así. Gris tal vez, más no desolado.

Caminé a mi destino, sin detenerme por el llanto de las personas que pasaban a mi lado. Me miraban de forma condescendiente, como si sintieran lástima de ver a una chica de mi edad caminando sola por un lugar así.

Por un segundo me detuve y me pregunté si no había sido mala idea pedirles a Ev y Dam que me dejaran ir sola. Tragué saliva y me dije que no, que debía ser fuerte.

Vislumbré a alguien de espaldas justo donde mi destino estaba. Gruñí. No quería que nadie me viera ni me acompañara. No necesitaba la lástima de nadie. ¿Lo peor de la lástima? Que la mayoría de las personas se sienten mal por ti, pero no hacen nada para ayudarte. Te ven miserablemente, como si esperaran con ansias a que te derrumbaras para poder seguir con sus propias vidas y dejarte ahí. Yo no necesitaba nada de eso y realmente nunca lo hice.

Odiaba que me dijeran: "Oh, cariño, sentimos lo de tu hermano" ó "¿Te encuentras bien?" AÚn cuando podían ver mis ojos rojos e hinchados por llorar. ¿Cómo se le explica a una niña de 11 años que su hermano ha muerto? Simplemente no me lo dijeron. Lo descubrí yo misma cuando lo vi en el ataúd el día de su velorio.

Ver una pequeña sonrisa en sus labios me hizo sentir tranquila. Ya habían pasado dos días desde había sucedido el choque, y yo acababa de salir del hospital cuando tuve que asistir a aquel lugar. Al principio pensé que solo dormía, pero cuando moví su brazo, lo llamé y lo jalé, para que nada sucediera, comprendí que algo no andaba bien. Y fue ahí cuando Ev llegó llorando y me explicó todo. Nunca nada volvió a ser igual.

Caminé hasta que estuve a unos cuantos metros de mi destino. Me quedé viendo a la persona que observaba la tumba; ese cabello claro, alborotado y esa forma de pararse fueron lo único que necesite para saber de quién se trataba. Lo ignoré y me arrodillé frente a la tumba. Deposité las flores con cuidado para después leer el grabado:


En memoria a Trevor Boudelair.
Hijo, hermano, primo y amigo.
Siempre estarás en nuestros corazones.
Descanse en paz.



Esas pocas palabras me partieron el corazón en mil pedazos, igual que los últimos tres años. Justamente ese día, se cumplían cuatro años si él. Cuatro años sin mi hermano.

No pude evitar romper en un silencioso llanto. Me sentía sola. Sola en mil maneras diferentes. No sabía cómo debía de sentirme realmente después de cuatro años, pero sabía que no era así. No tenía sentido llorarle a un pedazo de piedra, duro y frío, si eso no me lo iba a devolver, pero al menos significaba algo dentro de mí. Los recuerdos comenzaron a llenarme lentamente, hasta que no pude más.

Una rabia inmensa comenzó a llenarme por dentro. Ya no lloraba de tristeza, ahora lloraba de odio y coraje. Odio por haberse ido, y coraje por no haberlo evitado. Di un golpe a la lápida y me sorprendí al no sentir nada de dolor en mi mano. No me di cuenta cuando comencé a golpearla. Lanzaba golpes frenéticos y caóticos a la lápida, como si ese acto de alguna forma fuera a devolvérmelo.

-¡Basta!- gritó la persona que trataba de ignorar. Pero no distinguí bien las palabras, lo único que quería era sacar todas esas emociones que se arremolinaban en mi pecho a toda costa.- ¡Dest! ¡Detente!

Deslizó sus brazos por mi cintura y me jaló fuertemente lejos de la tumba. Forcejeaba y gritaba constantemente, mientras las lágrimas me quemaban las mejillas, pero Lucas no me soltaba y no lo haría hasta que me calmara.

-¡Suéltame!- grité a todo pulmón, pero no sirvió de nada, no dejaba de “abrazarme”.

Me mantuve un momento así, llorando, gritando y pataleando, hasta que todos los sentimientos negativos fueron liberados y el cansancio me llenó por completo. Lucas me puso en el suelo, pero seguía abrazándome por si acaso. Ya que vio que no seguí intentándolo, me fue liberando de su agarre lentamente. Lo abracé con fuerza. Necesitaba que me abrazaran, ¿y quién mejor que él?

-¿A qué viniste?- pregunté entre los sollozos que emanaba.

-A ver a Trevor.

-¿Por qué?

-Porque era mi amigo.- suspiró.- Y porque sabía que te iba a encontrar aquí.

Podía sentir su aliento entre mi cabello, sus manos en mi cintura y sus brazos rodeándome, protegiéndome de mi misma. Lo quería todo. Quería todo de él. Sus besos, sus abrazos, sus caricias, su voz… tanto que me dolía. Me aferré más a él y recargué mi cabeza en su pecho una vez que deje de llorar.

Elevé mi rostro para verlo a los ojos y jalé el cuello de su camisa hacia abajo hasta que logré besarlo. Sus labios se movieron insistentemente contra los míos, con necesidad, hambre. Sonreí y me alejé un poco.

-¿Ya no estás enojada?- preguntó confundido.

Volví a darle un rápido beso y respondí:

-¿Qué tal si dejas que me preocupe por eso mañana? Hoy solo quiero estar contigo, niño bonito.

Y realmente quería que fuese así.






Cuando entré al salón y me deslicé en mi asiento, solo esperaba que las clases comenzaran rápido para no tener que hablar con nadie. La mesa que siempre compartía con Lucas, estaba vacía, y agradecí eso. El profesor entró a los pocos segundos, con el ceño ligeramente fruncido y rastros de su sudor que oscurecían el cuello de su camisa.

-Buenos días, chicos.- dijo con ese usual tono de voz paciente.- El día de hoy, tenemos a una nueva estudiante. Démosle una cálida bienvenida a la señorita Emily Follet.

El profesor señaló la puerta y todos nos quedamos perplejos. Una pelirroja sumamente hermosa entro al salón. Su cabello era lacio y caí sobre su espalda y hombros hasta un poco más arriba de su cintura. Tenía los ojos de un color azul celeste precioso y unas largas pestañas que los adornaban. Tenía un suave rubor en las mejillas, dándole un poco de color a su nívea tez. Las facciones delicadas y perfectas la adornaban. Tenía un aire de timidez que llamó mi atención, pero no le presté demasiada atención.

Su mirada se conectó con la mía por una fracción de segundo y creí ver una pequeña sonrisa burlona en sus labios. Algo en sus ojos no estaba bien, me hacían sentir desprotegida, y no podía apartar la mirada de ellos. No denotaban lo mismo que su físico y andar. Me estremecí ligeramente y parpadeé, deshaciéndome de ese momentáneo trance que me había infringido, pero cuando volví a verla, ya no encontré nada. Parpadeé una vez más, y me dije que lo había imaginado.

-¿Gusta decirnos algo sobre usted, señorita?- preguntó el profesor.

-Mi nombre es Emily, tengo 16 años y vengo de la costa oeste del país.- respondió ella. Siguió contándonos un poco sobre su vida, y en todo el discurso no alejó su mirada de mí.

-¿Puedo pasar?- preguntó Lucas desde la puerta. Como de costumbre, el simple hecho de estar en la misma habitación de él, me hizo sentir un poco acalorada.

-Claro. Tome asiento.- dijo el profesor. Lo miró un segundo mientras cerraba la puerta y vaciló un poco antes de decir:- Señor Russo, ¿le molestaría mostrarle la escuela a la señorita Follet?

Lucas me buscó con la mirada y me regaló una sonrisa dulce y encantadora al mismo tiempo; mi sonrisa. Por más enojada que estaba con él, no pude evitar sentirme feliz y llena por dentro. Pero, la miró a ella, a la tal Emily.

Se sonrojó notablemente y casi tropieza con sus propios pies cuando se acercó para presentarse. Se sentó junto a ella y así transcurrió el resto de la clase, sin siquiera mirarme una sola vez.



Una hora después, agradecí internamente que el timbre hubiera sonado. Tomé mis libros y miré fijamente a donde Lucas estaba con Emily. Ambos reían animadamente y no pude evitar sentir una incómoda sensación en todo mi ser. Quería alejarla de él, a mil kilómetros y aun así, sentí que no sería suficiente. Como si alguien me hubiera puesto una antorcha por dentro y lentamente me estuviera quemando. Me sentía más celosa de lo que alguna vez había estado.

Me acerqué a donde ellos estaban y me detuve para oír la conversación. Lucas atropellaba las palabras, como si estuviera nervioso o avergonzado sobre algo. Movía las manos torpemente y movía la cabeza de un lado a otro, aún sonrojado.

Recordé la última vez que lo había visto comportarse así. Me congelé cuando lo recordé. La última vez que se había comportado de aquella manera, había sido justamente el día en que me conoció, el día que me vio por primera vez. Había sido el día que juró haberse enamorado de mí.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

8.2 Como?

Lucas POV

Caminé a la entrada de Instituto, arrastrando los pies. Me sentía extraño; como si mi cuerpo estuviera sumamente cansado, pero mi mente estuviera perfectamente despierta. No sabía de dónde venía aquello y de no haber sido por que ya no me había sentido mal en varias semanas, hubiera pensado que Megan estaba cerca.

Megan.


Tensé la mandíbula cuando la recordé a ella, a Taylor y todo lo que nos habían hecho. ¿Cuánto podía alguien odiar a otra persona? No lo sabía, porque cada segundo que pasaba, odiaba más y más a Megan.

Suspiré y seguí arrastrando los pies hasta llegar a mi destino y fue ahí cuando nada importó. En el momento en que la vi, la tormenta cesó y todo volvió a su lugar. Le sonreí a Dest, pero estaba tan inmersa en sus pensamientos que pareció no notarlo del todo.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, tomé su bolso y me lo colgué en el hombro para ayudarla. Ella no dijo nada, ni siquiera me miró. Oh-oh. Pensé. Algo anda mal.

Abrí la puerta de mi novia y ella se introdujo en él. La volví a cerrar y suspiré, me sentía nervioso por cualquier cosa que pudiera llegar a pasar, ya que con ella no se sabía.

-¿Cómo te fue hoy?- pregunté después de que me subí y ambos nos encontramos bajo el resguardo de mi auto.

No me respondió.

Encendí el auto y por el rabillo del ojo pude ver como se estremecía ligeramente. Sonreí. La adoraba.

Intenté acercarme para besarla, pero ella echó su cabeza hacía atrás para evitarlo. La miré con una mezcla de dolor y sorpresa; de alguna forma, ese simple gesto me dolió más de lo que alguna vez pensé, pero no dije nada.

Recordé lo que mi mamá solía decirme cuando era pequeño: "Cuando alguien esté molesto contigo, déjalo solo un momento. Ya que si lo hablas al instante, no terminará nada bien para ninguno de los dos, incluso puede que el problema se haga mayor." Así que me quedé callado, listo para que fuera lo que fuera que la tuviera así, se marchara.

Sabía que algo le sucedía y no sabía que. Algo se encendió en mi cabeza e intenté entrar en su mente, pero topé con pared al hacerlo. Ya sabía que lo iba a intentar.

El maldito silencio nos rodeó, separándonos momentaneamente. Manejé en silencio, poniendo más atención de la necesaria a cada detalle en la carretera; a cada movimiento en el bosque. Manejé por un largo periodo de tiempo, pues supuse que a como se sentía, seguramente lo peor que podía hacerle era llevarla a su casa, y no era tan cobarde como para eso.

Ya las nubes impedían ver bien el precioso cielo crepuscular, lo que indicaba que una tormenta se desataría pronto. Finalmente, me decidí por ir a cenar algo, ya que moría de hambre, y aunque Dest no dijera nada, sabía que ella también. Las luces de la ciudad nos bañaron cálidamente con su fulgor mientras entraba al centro de Wake Forest y el silencio reinaba.

-¿Es cierto lo que me dijeron?- preguntó ella de pronto, mirando al vacío, como si no hubiera dicho nada en realidad.

El corazón comenzó a golpearme duramente el pecho, como si temiera que algo malo fuera a pasar pronto. Sentí un fuerte palpitar en las sienes, y por un instante lo único que puede oír fue eso, mis latidos. El malestar me ganó y me estacioné frente a una acogedora cafetería que había cerca.

Miré por la ventana para calmarme. La lluvia caía copiosamente y me pregunté si no causaría estragos en un pueblo tan minúsculo como este, pero lo descarté diciéndome que ya debían estar acostumbrados a eso.

Me giré para verla, pero ella miraba hacia afuera, sentada de tal forma que me daba la espalda. Suspiré. No me quedaba más que afrontar cualquier cosa que viniera. Coloqué mis manos suavemente en sus frágiles hombros y reaccionó a mi toque con un suave estremecimiento.

-Depende. ¿Qué te dijeron de mí?- le pregunté con los ojos cerrados.

-Que solo me querías para acostarte conmigo.- acusó. La voz se le quebró en la última palabra y con ello, también mi corazón.

-¿Enserio piensas eso de mí?

-¿Cómo se supone que sepa?- me respondió con otra pregunta; típico de ella.

Se abrazó a sí misma y me pregunté el por qué de ese gesto; se veía tan débil y vulnerable que lo único que quería era abrazarla y protegerla.

Gemí. Un sonido áspero y lleno de frustración cuando me retó con la mirada a que lo negara. Miró al frente y elevó la barbilla retadoramente, pero podía ver los primeros atisbos de llanto en sus ojos; rojos, brillosos.

¿Cómo alguien -en especial ella- podía pensar algo así?

-Mírame. Mírame a los ojos, por favor.- supliqué, pero solo negó con la cabeza.

-Por favor.- volví a intentar, pero no se quedó a escuchar.

Abrió la puerta y se echó a correr por la calle, llorando. Me quedé sentado, viéndola marcharse. Cuando estuvo fuera de mi vista, cubrí mi rostro con mis manos y solo pude pensar:

“¿Por qué a mí?”




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Chicas, lo siento, enserio lo siento. Pero no he andado bn de salud ultimamente.
Se qe esta miseria de cap no es nada comparado con lo que les debo, pero no me siento nada bien. :(
Como le dije a Susej && a Giselle, durante una semana(si se pueden 2)pubblicare todos los dias. El blog cumple un año en Enero y mi meta era que para ese entonces ya ir en la 3era temporada :$
Mañana jueves empiezo, si? :$
Cuidensee;;
xoxo♥