Soulmates

Sola. Esa fue la unica palabra que logró penetrar mi caparazón.



miércoles, 28 de julio de 2010

47.1 Por las buenas

Abrí los ojos y seguía en el baño. Hacía mucho frío y estaba realmente cansada. Me pasé una mano por la frente y la sentí estúpidamente fría, aunque no le presté mucha atención, solo debía ser por haberme dormido en el suelo frío. Temblé, pero se lo acredité al frío. Levanté la mirada y ahí seguía el letrero, la sangre había adquirido una tonalidad algo marrón y desagradable.

Tomé un poco de papel y lo mojé. Raspé el cristal con todas mis fuerzas hasta que logré limpiarlo y me lavé las manos, asqueada por la idea de que esa era la sangre de alguien que, conociendo a Megan, estaría muerto. Tomé aire y respingué cuando sentí una punzada en el pecho. Vaya, hasta el respirar era doloroso. Me recargué en la pared y cerré los ojos con fuerza, sentía que no podría moverme hasta mi cama.

Salí de ahí y me dirigí a mi cama, para recostarme lo más alejada posible del borracho de mi novio. Intenté sonreír, pero ni para eso tenía fuerzas. Levanté las cobijas y me introduje debajo de ellas, me acurruqué, abrazando mis almohadas y la cobija, pero seguía sintiendo frío.

-Hey…- murmuró Lucas junto a mí. Hice como que no escuché y me giré sobre mi costado.- Oí eso.

Me sonrojé. Había olvidado esconder lo que pensaba y definitivamente el no debió haber oído eso.

-Hola.

-¿Pasa algo?- negué con la cabeza, lentamente. Intenté tomar aire, pues de pronto sentí como que me faltaba, pero me dolió todo él pecho. También me estaba costando respirar.- ¿Agua?

-Por favor.

Se levantó y se rascó la cabeza. Me sonrió y caminó a la mesita que había junto a mi piano y tomó un vaso para servir el agua. Lo miré y me percaté de que no traía camisa. Me deleité observando su ancha espalda, su cintura y brazos musculosos, simplemente perfecto. Mordí mi labio, sorprendida de que ese no tan simple hecho me pusiera a cien y me hiciera olvidar mis malestares.

Me levanté a pesar de mi cansancio y dolor de cabeza y caminé en silencio hasta el. Lo abracé por la espalda y se estremeció cuando recargué mi rostro en su espalda desnuda. Me paré de puntitas y planté un beso en su hombro.

-¿Y mi borracho favorito?- pregunté. Dio media vuelta y puso los ojos en blanco. Se sonrojó y bajó la mirada al suelo, como si realmente fuera interesante. Puse mis manos en mis caderas y recargué todo mi peso en un pie.

-No es algo de lo que me enorgullezca.

-¿Por qué no me dijiste que te dolió tanto lo que dije?- pregunté. Muy tarde me di cuenta de que soné muy a la defensiva. Cerró los ojos y suspiró.

-Porque como tú dijiste, no soy nadie para prohibirte hacer lo que tú quieres, pero eso no evita que a veces desee hacerlo- tomó aire y miró al vacío.- Dest, me dolió que dijeras eso, porque enserio trato de hacerte feliz, aunque al parecer no puedo.

Tragué saliva y parpadeé sorprendida. No sabía que fuera tan tonta como para hacerle pensar eso. ¿Quién en su santo juicio podría no ser feliz con un novio así? Tomé aire y de nuevo sentí la punzada en el pecho, pero me la merecía. Me la merecía por haberle hecho creer eso aunque fueran unas cuantas horas.

Tomé la palma de su mano y la acerqué a la mía, dejando un espacio entre ambas. Nuestro pequeño sol apareció y lo miré, atontada por su brillo y forma, perfecto y fantástico, solo que había una diferencia. Brillaba con más fulgor y era más grande que la última vez.

-Es más grande. ¿Sabes? Ha de ser porque te quiero más que la última vez.- murmuré. Bostecé y me tambaleé a un lado hasta casi caer, solo que Lucas me atrapó en la caída y me miró preocupado. Rodeó mi cintura y me sentó en uno de los pequeños sillones.

Todo me dio vueltas y me aferré a la tela del silloncito. Me pasó una mano por la frente y su voz me sacó de mis ensoñaciones.- Tienes mucha fiebre. Dios, Dest, estás ardiendo.

-Lo sé.- bromeé. Puso los ojos en blanco y sonrió. Su expresión cambió cuando tosí y escupí sangre.

-Al hospital. Ahora.



-¿Ha pasado mucho tiempo en el frío, Srita. Boudelair?- preguntó el doctor, poniendo el estetoscopio sobre mi corazón. Lucas me dio un ligero apretón de mano y me sonrió para que no estuviera nerviosa. Iba a contestar cuando dijo:- Inhale.

Recordé el incidente con la chamarra e iba a decir que no, pero recordé el otro “incidente” con Viena y Mason, que estuve 3 días en un fría bodega de no sé dónde y asentí.

-Sí. Si he estado.

-Mmm… Eso es todo.- respondió el viejo hombre canoso.

-¿Qué tiene, doc?- la desesperación traicionó a Lucas que intentaba mantenerse calmado para que yo también lo estuviera.

-Al parecer son principios de neumonía.- respondió el doctor. Debió haber visto el miedo en mi rostro porque sonrió y añadió:- No se preocupe. Con los cuidados y medicamentos adecuados, mejorará pronto.

Anotó algo en su tableta y nos la entregó. Se despidió con un ligero movimiento de cabeza y salió del cuarto de hospital, dejándonos solos. No dije nada ni Lucas tampoco. Me tomó de la mano y acarició mi mejilla.

-Ahora tengo excusa para estar todo el día en tu casa.- sonrió y besó mi mejilla.

-¿Cuál?- Los párpados me pesaban y los ojos me ardían del cansancio, así que me costaba trabajo hablar, sin mencionar el dolor de cabeza y el dolor al respirar.

-Te voy a cuidar.- respondió orgulloso de sí mismo.

-Dijiste que no querías hacerlo.

-Y tú dijiste que te querías morir.- iba a protestar, pero cubrió mis labios con sus dedos y sonrió.- Ángel, la gente cambia de opinión. Siempre.




Los siguientes 5 días fueron una tortura, pues ni Ev ni Dam, mucho menos Lucas me dejaron salir para nada, ni siquiera para comer; todo debía ser en mi habitación. Me estaba volviendo loca con todos los medicamentos y los cuidados que recibía de parte de todos, aunque no me sorprendió que mi linda y amorosa mamá no me llamara.



-¡Feliz Año Nuevo!- grité a todo pulmón, lastimándome los pulmones y la garganta, en mi patético intento de animar a todos que estaban en silencio.

-Todavía faltan 3 horas para Navidad.- me contradijo Damen. Me regaló una dulce sonrisa y le saqué la lengua.

-No tiene nada de malo querer que este año se acabe. Ha sido el peor de mi vida.- rezongué. Todos me miraron y negaron con la cabeza, hartos de que no parara de decir eso.

Lucas me pasó un vaso con chocolate caliente y di un gran trago sin fijarme en que estaba caliente. Grité y dejé caer el vaso al suelo, haciendo un cochinero. Me sonrojé y sonreí tímidamente, esperando por los regaños de todos, los cuales nunca llegaron.

-Tienes que limpiar.- dijo Ever sin mirarme.

No objeté. Me moría de ganas de salir de la casa aunque solo fuera por el trapeador para ver la nieve afuera. No le di tiempo a nadie de que me detuvieran, pues salí corriendo más rápido que un suspiro a la puerta trasera. Tonteé un poco en la pequeña bodega que había detrás de mi casa, sintiendo el dolor en mi garganta; todo por no usar chamarra.

-A quién tenemos aquí.- rió Taylor detrás de mí. Di media vuelta sobre mis talones y vi lo vi sonriendo, como si fuera un encuentro casual.- ¿Cómo estás, Dest? ¿Mejor con tu enfermedad?

-No gracias a ti y a tu estúpido juego de raptarme.

-Lo siento. Viena era tan insensible. Además, ¿acaso solo Lucas tiene permiso de raptarte?- me preguntó. Entorné los ojos y me crucé de brazos, actuando como si no tuviera miedo.- Ambos sabemos a que vengo, ¿no?

-¿Qué tal si te dejas de juegos tontos y vamos al grano?- respondí, voz neutra, aunque cuando sonrió casi sentí como si pudiera ver todo el miedo que sentía.

Se puso una mano debajo de la barbilla y lo pensó seriamente. Miré a los lados, buscando algo para elevar y golpearlo, pero no sabía qué, me sentía cohibida. Malditos vampiros, tenían que ser tan rápidos. Me crucé de brazos y enarqué una ceja, esperando su respuesta.

-Tienes dos opciones.- dijo. Lo miré confundida y volvió a sonreír, solo que ahora más abiertamente.- Puedes venir conmigo por las buenas, no causarme problemas y nadie sale herido o puedes hacerlo por las malas, aunque no te aseguro que tu familia salga ilesa. Tú decides.

Me lo pensé un instante. Claro que elegiría la opción en que mi prima, mi hermano y mi novio salieran bien; hasta un tonto como él lo sabía. Mi respiración se volvió irregular y entrecortada, podía ver mis exhalaciones en el aire a causa del frío. No podía creer que eso me estuviera pasando. No en este día que esperaba tener un día normal después de tantos meses de problemas. Sentí las lágrimas de rabia caer por mis mejillas, no pude evitarlo. Mordí mi lengua y reprimí un sollozo.

-Está bien. Solo dame cinco minutos para despedirme de Lucas.- le pedí, rogándole con la mirada que me lo permitiera.

-¿Y eso como para qué?

-Porque estoy segura que no saldré de esta, ¿no?- respondí irónicamente, casi atragantándome con mis lágrimas.

-Vaya que si eres inteligente. Estoy orgulloso de ti.- fingió orgullo e hizo como que se limpió una lágrima del ojo. Bufé.- CINCO minutos.- recordó. Asentí.

Caminé hasta la casa, buscando alguna excusa que no le dijera lo que estaba a punto de hacer a nadie. Quería llorar, quería gritar, quería correr, pero no podía, ya no. Tenía que enfrentar lo que me esperaba. Por Ever y Damen. Por Lucas. Por mí. Abrí la puerta y me esperaban. Me miraron alarmados por mi expresión.

-¿Pasa algo?- preguntó Ev, acercándose a mí.

Un foco se encendió en mi cabeza.

-Me habló Melissa, mi mejor amiga de la secundaria.- mentí y expliqué para que entendieran.- Su abuela murió ayer y hoy es el velorio. Quiere que vaya con ella.

-¿Ahora?- preguntó Damen. Asentí y medio sonrió.- Está bien. Solo ve con cuidado y regresa pronto, hermanita.

-Voy contigo.- ofreció Lucas. Sentí el doloroso nudo en la garganta al verlo en su deseo de protegerme.

-No. Melissa es una de esas chicas que cree gustarle a todo el mundo.- excusé. Acarició mi mejilla y cerré los ojos odiándome por no decirle lo que en realidad pasaba.- Y no quiero tener que explicar de dónde diablos te saqué.

-Pero, Dest…

-Nada. Ya tomé la decisión.- no me di cuenta cuando empecé a llorar hasta que me quitó una lágrima de la mejilla. Se la llevó a los labios y la saboreó.- Anda, quédate. Voy a estar bien.

-¿Volverás pronto?- preguntó abatido. Lo miré a los ojos y no pude contenerme. Lancé mis brazos alrededor de su cuello y me quedé ahí un buen rato.

-Claro.- otra mentira. Tomé su rostro en mis manos y traté de sonreír sin mucho éxito.- Recuerda que eres lo más importante para mí…- Ev y Dam carraspearon.- Ustedes también, chicos.

-Me estas asustando, ángel.- podía ver la preocupación en sus ojos. Todo el deseo de no dejarme ir, pero no podía permitírselo, no después de lo que me había dicho Taylor.

-No pasa nada.- acaricié su mejilla.- Te amo.

-Es lindo oírlo..- sonreía de oreja a oreja, feliz de por fin oír eso que tanto tiempo había ansiado.

-Lo sé.- respondí. Planté un rápido beso en sus labios y tomé sus manos entre las mías.-Te voy a extrañar.

-Dest, solo vas a un velorio.

-Aún así. Recuerda que te amo.

Salí de la casa y me dirigí a mi auto. Lo abrí y casi grito al ver a Taylor en el asiento del copiloto sonriéndome. Entré y lo encendí. Lloraba a mares y apretaba el volante con todas mis fuerzas, no queriendo irme.

-No llores.- fingió pena por mi y castañee los dientes.- Vámonos ya. Nos espera un largo camino, preciosa.



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Este es el capp. espero les gustee (;
Ahora si, dependiendo de ustedes esta a maximo 4 capítulos de terminar:D
Para eso necesito su ayuda.
Que les gustaria más:
1) Cuatro capítulos no tan largos.
2) Dos capítulos super largos.
Es qe les pregunto por que yo por mi lo hago en 2, pero ustedes son las que tal vez se cansen leyendo(: Qe opinan?
Dejenme su opinion, asi podre pubblicar antes, sabiendo como prefieren:D
Es todo por hoy n,n
comenten!
ilyy♥

sábado, 24 de julio de 2010

46.1 Bailes, peleas y algo mas


Why is all this so confusing, complicated and consuming
Why is all this made me angry
I wanna go back to being happy

Don't wanna be torn, Miley cyrus


-¿Ya me vas a hablar, Lucas?- pregunté cuando estábamos a en el auto en dirección a mi casa. Hacía tanto frío, que la calefacción hizo que los vidrios se empañaran. Ignoró mis palabras –como había hecho desde que “terminamos” de hablar— y siguió concentrándose en la carretera,

Puse mi mano sobre la suya, estaba a punto de darme un apretón, cuando sacudió su mano liberándose de la mía, y la colocó dentro del bolsillo de su chaqueta. Me quedé viendo mi mano un instante, boquiabierta. Wow. Realmente lo había hecho enojar con lo último que dije sobre el choque. Miré por todos lados, buscando un pedazo de papel y un lápiz o pluma para hacer lo que se me había ocurrido, hasta que se me ocurrió abrir la guantera y ahí los encontré.

Me puse a dibujar un corazón con una carita triste sosteniendo una flor y diciendo: “Lo siento mucho. ¿Me disculpas?”. Lo doblé cuidadosamente y lo coloqué sobre su regazo, esperando que lo abriera y lo leyera.

Al principio, ignoró la nota, pero al cabo de unos minutos, detuvo el auto y tomó el cuadrito de papel para abrirlo con cuidado. Lo miró un instante con ternura y casi, solo casi sonrió, pero después cerró el puño e hizo bolita mi dibujo y lo puso en el cenicero, para después volver a la tarea de ignorarme. Suspiré resignada y me concentré en el bosque que pasaba junto a mí. A fin de cuentas, no era yo la que estaba enojada, pero si quería ignorarme, allá él, no es como si Lucas fuera un niño pequeño al que tienen que estarle recordando las cosas cada cinco minutos.

Cuando detuvo el auto frente a mi casa, me quité la chaqueta que me había prestado y se la dejé en el asiento, ignorando sus protestas. Las finas mangas de mi blusa y mi suéter no eran de mucha ayuda contra el frío invernal, pero, ¿qué más daba? Enferma o no, mi novio me iba a ignorar.

Abrí la puerta y la gélida brisa entró al auto, haciéndonos temblar a los dos. Estaba a punto de bajar cuando me tomó de la mano.

-Ponte la chaqueta. Te vas a resfriar.- gruñó.- Y luego seré yo quien tenga que cuidarte.

-Ohh, siento causarte tantos problemas, don solo-te-hablo-cuando-me-viene-en-gana.

Me ignoró. Me bajé del auto y me estremecí violentamente. Vi la puerta de la casa y la abrí concentrándome en ello desde donde estaba, para que cuando llegara ahí no tener que detenerme a buscar la llave. Corrí a toda velocidad, pero cuando pise el primer escalón, me resbalé con el hielo. Me golpeé la cabeza con un pilar y me quedé tirada, sobándome.

-Que te dije.

-¿Qué me quieres?- bromeé. Entornó los ojos y me pasó un brazo por la cintura para levantarme sin decir nada.

-¡Hola!- chilló Ev, feliz y entusiasmada por su cena.- Mmm… Olvide decirte algo, Lucas. Invite a algunas personas de su escuela, espero que no les moleste.- sonrió complacida, orgullosa de su trabajo.- No te preocupes, Dest, invite al guapo y a tus amigas, Bel y Cam, con sus novios.

Pude oír a Lucas chasquear los dientes cuando Ever dijo “guapo”, ya que todos sabíamos que se refería a Jake y no era algo que le entusiasmara en lo más mínimo. Cerró su mano en torno a mí muñeca e hizo presión, mostrando su enojo.

-No hagas nada.- pensó Lucas.

-¿Nada de qué?- respondí de la misma forma. Me miró con los ojos entrecerrados y me jaló fuera de la estancia a la sala, lejos del alcance de mi prima.

-No quiero que hables con Jake.

-¿Y tú me mandas desde….?- dejé la pregunta flotando en el aire, dándole a entender que no le haría caso.- En lo que a mí respecta, yo hablo con quien quiera.

-No seas ridícula.- me espetó. Lo miré con los ojos como platos y la barbilla elevada. Hizo más presión, con la fuerza que estaba usando casi me dolía.- ¿Quieres morirte, no? Los muertos no socializan.




Y no volvió a hablarme en toda la tarde. Ayudó a Dam con los arreglos finales para la cena -que finalmente resultó ser una fiesta- e hizo como que no existía. ¿Cuánto tiempo iba a durar? Realmente esperaba que no fuera mucho, porque no estaba segura de cuánto tiempo lo podría soportar.




-¿Necesitas ayuda?- preguntó Belén en la puerta, junto a Camilla.- ¡Ni siquiera te has cambiado!

Sonreí y les di la espalda, cómodamente recostada en mi cama. Bel bufó y me quitó la cobija para hacerme que me levantara. La jalamos un poco, como jugando a ver quien ganaba, pero me harté y la solté.

-Cam…- llamé, sentándome en la cama.

-¿Si?- respondió ella, acercándose a mí con flojera.

-Ven. Acércate.- cuando estuvo lo suficientemente cerca, la atrapé en un abrazo de oso y me dejé caer de espaldas en la cama, con ella junto a mí. No se levantó; es más, se acurrucó.

-Deben de estar bromeando.- se quejó Bel.- No tenías que hacer tanto esfuerzo, Dest, si por ella fuera dormiría todo el día.

-Bel…

-No voy a ir, Dest.

Me puse una mano en la cabeza y fingí una mueca de dolor.

-Me duele mucho la cabeza…- dije. Suspiró y se acercó a nosotras, y yo y Cam la abrazamos y nos dejamos caer de espaldas. No objetó. Se acomodó y cerró los ojos.

-¡Destiny! ¡Belén! ¡Camilla!- nos gritó Ev desde la puerta, viendo la escena. Las tres nos sentamos rápidamente en la cama y sonreímos.

-Lo sentimos…- dijimos al unísono.

Negó con la cabeza e hizo señas de que era hora de que bajáramos. Hice flotar la un vestido blanco que mi prima me había regalado –debía aprovechar que la fiesta sería adentro y no haría frío- y me cambié rápidamente para bajar con mis vampiras favoritas.

Abajo, todo el recibidor y la sala estaban llenos de personas. Se oían los bullicios de palabras y conversaciones de todos los invitados. Había comida, música, bebidas y adornos. Mi prima sí que sabía organizar fiestas. Bel, Dean, Shane, Cam y yo, bailamos un poco, caminamos y platicamos, solo que sin Lucas, ya que estaba tan molesto que ni siquiera les habló a sus amigos.

Estábamos muy concentrados en nuestra plática sobre Megan y Taylor, cuando Rose, una chica rubia de ojos azules, que era amiga de Audrey – mi peor enemiga después de Megan- me jaló para hablarme.

-Mmm… Dest, te juro que me agradas y todo eso. No tengo nada contra ti, pero Audrey…- mordió su labio; se veía preocupada.

-Audrey, ¿qué?- pregunté sonriendo para tranquilizarla.

-Deberías verlo por ti misma.

Me jaló entre todas las personas, buscando a su amiga, hasta que se detuvo y señaló un lugar donde la gente bailaba.

-Ahí está.- señaló.

Y ahí es cuando lo veo. Bailando con la cabeza baja, escondiendo la mirada de todos, aunque sabía que solo lo hacía por mí. Estaba bailando con Audrey demasiado provocativamente. Las manos de Lucas estaban en la cintura de Audrey y descendían una y otra vez hasta sus caderas, mientras ella sonreía burlonamente. Apreté la mandíbula y mis manos se convirtieron en puños. Sentía como me quemaba por dentro, mejorando la descripción, sentía como cuando pones a hervir agua, y poco a poco se calienta hasta que llega a un punto donde ya no puede más.

Exploté.

Me concentré con todas mis fuerzas, y sonreí cuando se le levantó todo el vestido y cayó al suelo; todos rieron y se burlaron de ella. Lucas le extendió una mano y la ayudó a levantarse rápidamente para seguir bailando. Colocó su rostro en el cuello de Audrey y siguió bailando, ahora más juntos.

Debo admitir que no fue mucha mi “venganza” pero no es como si tuviera una mente muy malévola.

-Buena broma. Vaya, Audrey sí que es una descarada. Por eso nadie la toma enserio.- dijo Jake a mi lado, intentando sonreír.- Lucas tampoco tiene vergüenza.

-No. No la tiene.- coincidí.

-Pelearon.- tardé un minuto en reaccionar y darme cuenta de que lo estaba afirmando. Me pregunté cómo lo sabía y caí en cuenta de que esa impresión da el que tu novio baile en la forma que Lucas hacía con alguien que no eres tú.- ¿Estás bien?

-Claro.

Lo medité un poco y negué con la cabeza. No, no estaba bien. Me ponía más que celosa ver a Audrey tan cerca de Lucas, porque yo sabía que ella no tenía intenciones nada inocentes con él, y no es como si Lucas tuviera un historial de citas muy limpio. Y a como lo veía era un poco… difícil confiar en él, y menos enojado como se encontraba.

Jake se dio cuenta de mi estado y me paso un brazo por los hombros acercándome a él. Me crucé de brazos y sonreí, al ver la forma tan calmada en la que me trataba. Señaló a toda la gente con la mano y me regaló una sonrisa.

-¿Ves a todos esos chicos?- asentí.- Todos darían lo que fuera por bailar contigo. Créeme. Un vampiro se entera de cosas.- me guiñó un ojo.

La culpa me asaltó y dije:

-Siento lo del otro día en el pasillo. Fui muy grosera. Diablos, fui de lo peor.

-Sé que estabas estresada. Ya me enteré de lo de Megan y Taylor. Wow. Nunca pensé que harían eso en el baile.

Le conté lo de la secuestrada y mi “hermana” y solo torció la boca con disgusto. Fue tan relajante contarle todo eso alguien. Sentía que explotaría si no lo decía a alguien y gracias a Dios, ese alguien fue él. Me revolvió el cabello y sonrió.

-Al menos no te aburres.- bromeó.- Sin rencores. Hey, me debes un baile.- recordó.

-Sí, lo recuerdo.- respondí sonrojándome. Me extendió su mano e hizo una pequeña reverencia.- Ohh, Jake, vamos, no hagas eso.- reí.

-Baila conmigo. Baila conmigo. Baila conmigo.- repetía una y otra vez, haciéndome cosquillas y ambos reímos.

-¡Qué si lo haré!- grité, ahogándome con mis propias risas.

Tomó mi mano y me pasó un brazo por la espalda. La canción era lenta, así que no sería problema para mis fatídicos dotes de bailarina. De niña, mi mamá me inscribió a clases de ballet. Siempre lo odié, pero creo que el haber estado ahí 3 años tenía que ver con la necesidad de una niña de la aprobación paterna. Un día, cuando tenía 10 años, lloré tanto, que no tuvieron más remedio que sacarme de ahí. Mis padres nunca más volvieron a pedirme que me inscribiera a nada, pero no era como si realmente les hubiera interesado, yo pensaba que era más bien para tenerme fuera de casa.

-¿De qué te ríes?- preguntó divertido.

-Nada. Recuerdos que no pienso compartir.

La canción terminó y me pidió que bailara otra con él, y acepté gustosa. Pero como de costumbre, el momento de tranquilidad no duró mucho.

-¡Aléjate de ella!- gritó Lucas detrás de nosotros. Lanzó un golpe y le dio a Jake en la cara, y este cayó al suelo. Se levantó rápidamente y se limpió la sangre de la cara, listo para defenderse.- No te le acerques.

Algo en la forma de arrastrar las palabras, y los movimientos torpes y descoordinados me dijeron que debía evitar que lo golpeara. Jake avanzó hacia él, pero se vio repelido por un campo de fuerza que yo había creado para separarlos. El damphir gruñó molesto y me fulminó con la mirada, a sabiendas que era yo la que lo había detenido.

-Jake, no, por favor.- rogué, poniendo mis manos en su pecho para alejarlo. Todos nos observaban, esperando una nueva pelea entre Lucas Russo y Jake Adams.- Huele, no está bien.

-Imbécil. Está borracho.

-Borracha tu abuela. Ahora ven y pelea.- insistió Lucas, el alcohol lo hacía querer pelear, lo ponía más agresivo que de costumbre. Elevó los puños al nivel de su rostro e intentó crear una patética posición de defensa, pero se tambaleaba de un lado a otro y las manos y piernas le temblaban.

-¡Dean!- llamé, desesperada por que el campo me estaba agotando rápidamente. Dean apareció frente a mí en un santiamén y alejó a Lucas de todos.- Jake, lo siento, debo irme, gracias por el baile, nos vemos luego.- me paré de puntitas y besé su mejilla.

Corrí hacia donde Dean había arrastrado a Lucas, y le dije que me hiciera el favor de llevarlo a mi habitación. Acomodé la cama y lo recostó en ella.

-Gracias.- susurré.

-No hay de qué. ¿Necesitas algo más?- preguntó. Negué con la cabeza y salió de la habitación.

-Ángel…- me llamó desde la cama. Caminé a regañadientes a donde estaba y tomó mi mano.- Acuéstate aquí.- señaló un espacio junto a él.

Hice lo que me pidió y me recosté junto a él. Me abrazó torpemente e intentó besarme, pero el fuerte aroma a alcohol me revolvió el estómago y me alejé un poco, tosiendo. Tomé aire y me calmé un poco. Me sorprendí al oír sus palabras.

-¿Ya no me quieres?

-¿Por qué preguntas eso?- lloré, con el corazón en la garganta y los ojos llorosos.

Se pasó una mano por el cabello y después por la cara, y lo siguió haciendo mientras hablaba.- Por qué no me quieres besar, y bailas con el idiota ese, y aparte te quieres morir.- su voz se oía como pequeños sollozos de dolor.- ¿Por qué te quieres morir, Dest? ¿Por qué?- repetía una y otra vez, la deseperacion palpable en su voz y en su rostro.

Me eché a llorar como una niña pequeña. Lo abracé lo más fuerte que pude y lloré a lágrima viva, sintiéndome la peor persona del mundo por haberle dicho eso, lo del choque; lo había malinterpretado. Me presionó contra él con firmeza y acarició mi cabello. Lloré hasta que empecé a temblar y me costaba respirar.

-No llores, ángel. Los ángeles no lloran.- eso me hizo llorar aún más. Coloqué mi cabeza sobre su pecho y sentí su corazón latir, lo tranquilo de su respiración, lo sentí a él.

-Te quiero a ti.- lloré, hablando como podía.- Y no te beso porque apestas a alcohol. Y no me quiero morir. No entendiste lo que dije. Nunca había querida nada más de lo que quiero estar contigo.

-Shh.. shh.., todo está bien- me calmó. Me besó en la coronilla.- He sido un tonto. Lo siento tanto. Nunca quise herir tus sentimientos.
-Ni yo.

- Te quiero ahora y siempre. Eso nada ni nadie lo va a cambiar. Te querré por toda la Eternidad.- susurró en mi oído.

-Yo también…

Nos quedamos un rato así, abrazados, yo calmando mi respiración y el calmándome a mí. Me quedé sin ganas de volver a la fiesta. No fue hasta después de un buen rato, que noté que se había quedado profundamente dormido con los labios curvados en una sonrisa.

Me levanté con cuidado y caminé hasta mi baño para lavarme la cama. Cuando encendí la luz, me recargué en la pared y me dejé caer al suelo, abrazando mis rodillas y sollozando incontrolablemente, mientras leía en mi espejo un letrero escrito con sangre fresca –fresca por qué aún chorreaba- que decía:


"Pronto te atraparemos. Ya estamos cerca."




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Se que van a pensar: No que ya va a terminar? Tiene mucho diciendo eso...
Pero la vdd es que por mas vueltas que le doy al asunto, me da cosa terminar:( Por eso lo alargo lo mas que puedo:$ Este blog es mi bebe! :D
Pero buehh, aqi estaa el capp:D
Tengo una pregunta para Rose.Twi:
Rose, en el capp 31, en el comment qe pusiste me preguntaste que si Lucas y Dest ya lo habian hecho? Aque te refereias?? :$:$:$
Ya se qe es de hace mucho xD pero me puse a leer todo otra vez y lo haye xD
comenten!
ily♥

miércoles, 21 de julio de 2010

45.1 Miedo

Lo primero que sentí fue miedo, después enojo y al final asco. Si eso realmente era sangre y él era lo que yo estaba pensando, no quería volver a saber nada de él. ¿Cómo podía estar con alguien que me había mentido de esa forma? Se agachó y recogió la botella, la giró un poco en sus manos y suspiró dolido.

-¿Y bien?- pregunté cruzándome de brazos y enarcando una ceja. Esperé su respuesta unos segundos y cuando no me contestó, bufé y caminé a su habitación, lanzando todo lo que se interponía en mi camino.

-¿Puedes escucharme un segundo?- me pidió, pero lo ignoré. Tomé mi ropa y me enfundé mis sucios jeans. Me puse las botas que llevaba puestas y me quité la camisa que me había prestado ahí frente de él. Me miró de pies a cabeza con detenimiento mientras me ponía mi blusa, mi suéter y mi chamarra, mordiendo su labio en un gesto tan sexy que casi olvido mi enojo. Sacudió su cabeza, como desterrando algún pensamiento y me sonrojé.- Dest…

-Si no quieres contarme que está pasando, adelante, haz lo que te venga en gana.- dije presionando el puente de mi nariz y cerrando mis ojos con fuerza.- Solo no me pidas que confíe en ti.

Caminó lentamente hacia mí, observándome cuidadosamente. Yo caminé hacia atrás, hasta que choqué con una pared y no pude alejarme más. Colocó sus manos a mis costados y acercó su rostro al mío. Su aliento me golpeó y me sentí mareada un instante; estaba tan cerca de mí que nuestras narices se tocaban y un espacio mínimo separaba nuestros labios.

-Lucas, por favor, ¿Qué está pasando?- cuando terminé de decir eso, me alejó. Negó con la cabeza y cubrió su rostro con sus manos.- No quiero pelear.

-No puedo.- respondió con la expresión sombría.

-¡No puedes o no quieres!- le cuestioné. Me pidió con la mirada que tratara de entenderlo, pero realmente no podía hacerlo. No podía creerle por más que me esforzaba en el.- ¿Cómo puedo confiar en alguien que no confía en mí? ¡Puedes aunque sea mirarme a los ojos!

Me estaba dando la espalda, pero aun en el espejo podía ver su cara llena de dolor y vergüenza. Casi podía jurar que estaba al borde de las lágrimas.

-No puedo, Dest. No puedo decirte. Entiéndeme.- murmuró.

-Pues no puedo.

-Te prometo. Es más, te juro que todo está bien. Sé lo que estás pensando, y no, ni leí tus pensamientos ni es sangre.- explicó. Lo miré dudosa y negué con la cabeza, diciéndole que no le creía. Suspiró y tomó mi muñeca. Con una aguja que había en la mesa, me dio un pinchazo en el dedo y un poco de sangre apareció. Instintivamente me llevé el dedo a la boca y saboreé el sabor a sal y a metal de la sangre. Fruncí el ceño y el soltó una pequeña risita nerviosa. Me extendió la botella y dijo:- Bebe.

-No.

-¿Qué? ¿No querías que te explicara?- se burló, pero volví a negar.- Vaya, no sabía que fueras tan miedosa.- me retó con una sonrisa descarada en los labios.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Le arrebaté la botella de la mano y la destapé, la acerqué a mi nariz para olerla e hice mueca de disgusto; olía a una mezcla de especias y huevo podrido. Se cruzó de brazos y elevó la barbilla en forma altanera. Tomé una gran bocanada de aire y me llevé la botella a los labios. La boca se me llenó de un sabor mil veces peor que el del olor, y aunque solo fueron un par de tragos, no pude evitar dejar caer la botella al suelo y tapar mi boca mientras corría al baño. Me senté frente al retrete y comencé a vomitar. Lucas se arrodilló junto a mí y me quitó el cabello del rostro. Abracé mi abdomen y me quedé sentada hasta que terminé.

-Déjame ayudarte.- se ofreció cuando terminé. Con un pedazo de papel, me limpió las comisuras de los labios y me dio un rápido beso.

Sentía un sabor desagradable en la boca, junto con las usuales lágrimas después de vomitar. Sentía mis mejillas arder de la vergüenza y miré al suelo.- Definitivamente eso no es sangre…- susurré, más para mí misma que para él.

-Eso es lo que intentab….

-¡Es mucho peor!- le acusé. Rió suavemente y la culpa me asaltó repentinamente.- Vaya, saqué conclusiones apresuradas. Lo siento tanto…Pero, Lucas, ¿qué es eso?

Se levantó y se sacudió el pantalón. Me extendió la mano y de un suave jalón me levantó a mí también. Me tomó de la mano y me llevó a su cama. Se sentó en el centro, con las piernas cruzadas y palmeó el espacio junto a él para que hiciera lo mismo.

-¿Recuerdas esas episodios de cansancio que me daban?- asentí, recordándolos con desprecio.- ¿También recuerdas que me fui unos días hace un par de semanas?- fruncí el ceño y volví a asentir.- ¿No me has vuelto a ver cansado, o no de esa manera, verdad? Haz conexiones. Vamos, ángel, eres inteligente.

Me devané los sesos entrelazando los acontecimientos que él había señalado, pero por el dolor de cabeza que me había comenzado a dar, no di con nada. Me sentí frustrada e hice mueca de, precisamente, frustración.

-Nada. Mi cerebro no trabaja hoy.- reí. Me miró divertido y suspiró, listo para hablar.

-Fui a Massachusetts, mejor dicho a Salem, la llamada Ciudad de las Brujas.- su mirada era distante, casi con miedo.- Fui a visitar a unos viejos amigos. Si, Dest, fui a visitar brujas.

Parpadeé sorprendida. Cuando se fue, pensaba y pensaba en posibles lugares a los que pudo haber ido, pero jamás me imaginé que iría precisamente a visitar brujas.

-¿Brujas?- pregunté seria, con una mezcla de escepticismo e ironía.- No necesitabas ir tan lejos para ver brujas. Aquí están Ev, Bel y Cam.

-No ese tipo de brujas, Dest.- dijo riendo, pero la sonrisa desapareció tan rápido como llegó.- Me refiero a las brujas reales. Las brujas que tienen siglos, tal vez milenios de vida. Que conocen todo tipo de magia, tanto blanca como oscura. Tu prima y tus amigas son casos especiales.- se pasó una mano por el cabello.

-¿Para qué necesitabas ver brujas?- pregunté, con voz de detective y enarcando una ceja.

-Sentía miedo…

En ese momento, mi corazón se encogió al ver lo vulnerable que estaba. Mis manos revolotearon a su alrededor sin saber que debía hacer. Aprisioné sus manos entre las mías y busqué su mirada, pero nada.

-Todos esos desmayos y tanto cansancio no son propios de mí.

-¿De eso se trata? ¿De qué no son propios de ti?- recriminé. Soltó una risa amarga, que me puso los pelos de punta y echó su cabeza para atrás.

-No me refería a eso. Me refiero a que estaba preocupado, tenía miedo. Dest, de pronto me sentía como que me sofocaba, acorralado, y la desesperación me volvía loco.- por su expresión, casi podía jurar que estaba al borde de las lágrimas.

-Pero no hay de qué preocuparte. Ya todo está bien…

-Ahí es donde interviene mi bebida… mejor dicho sangre, según usted señorita Boudelair.- bromeó.- Fui con mis amigas brujas para que me dieran algo para contrarrestar eso, y hasta ahora ha funcionado.

-¿Y por qué no me dijiste nada?

Me sentí herida. Bien me pudo haber dicho todo lo que le pasaba, todos esos sentimientos que lo atrapaban y lo volvían loco, y hubiera hecho todo lo que estuviera en mis manos para ayudarlo y hacerlo sentir mejor. Pero me lo había ocultado como si fuera cualquier persona en vez de su novia. Buscó mi mirada y la esquivé. Rápidamente me arrepentí, pues sentí feo de voltear los papeles, y ser yo la del problema.

-No es que no confíe en ti, ángel. Si no que me daba vergüenza que pensarás que soy débil…

-Lucas… Nunca pensaría eso. Eres la persona más fuerte y bondadosa que he conocido en toda mi vida. Eres inteligente, tierno, responsable, honesto, eres todo lo que alguien pudiera desear, sin mencionar guapísimo.- aclaré sonrojándome. Me sonrió débilmente y un brillo apareció en su mirada.- Y es por eso que yo te…

Su celular sonó y me interrumpió cuando estaba a punto de decirle por primera vez “Te amo.” Aunque sé que suena egoísta, me dio un gran alivio ser interrumpida. Después de una par de “Si, claro, uh-huh” y todo eso, colgó.

-¿Tú me qué?- preguntó retomando nuevamente la conversación.

-Te considero el mejor novio del mundo.- ambos suspiramos al mismo tiempo y pude sentir la decepción en ambos. Nos dimos la espalda y cada quien se sumió en sus pensamientos. Cuando el reloj electrónico en la pared me recordó la fecha, me abalancé sobre él y lo abracé. Cayó sobre su espalda en la cama y me abrazó con tanta fuerza que me sacó todo el aire.- Lu…cas….yo…si…res…pi…ro- jadeé.

-Ops. Lo siento.- respondió con el rubor quemándole las mejillas.

-Suerte para ti, hoy es Navidad, 25 de diciembre. Felicidades, guapo.- felicité. Vaciló un poco en contestar y se sonrojó aún más.- ¿Quep?

-Mmm… tú regalo… yo… no tengo nada.

Me lo pensé un poco y respondí:- Si lo tienes.- lo miré y mordí mi labio inferior tratando de parecer sexy y el rió.

-Haré absolutamente todo lo que tú me digas durante un mes.- ofreció. Miró el reloj y me quitó de encima suyo.- La que habló era Ever. Dice que te lleve a tu casa porque habrá cena de Navidad ya que por razones… obvias, ayer no pudimos.

-¿Estarán mis padres?

-No. No sé. No creo.- tartamudeó.

-Bien. Ojala sigan en su tonto viaje.- respondí tajante. Mi repentina hostilidad debió de sorprenderle, porque se estremeció ligeramente.

-¿Por qué?- pensó.


-Lucas, ambos sabemos que cuando Viena y Mason nos tenían a mí y a Ev, ellos supieron y no hicieron nada.- respondí, pero me detuve cuando sentí que la voz se me iba a quebrar. Carraspeé para no llorar y seguí:- Tampoco me dijeron nada de que Katherine era mi hermanita. Y sé que tú sabías, pero no te preocupes, no estoy enojada. Y a ella… solo la odio.

-¿Qué es lo que más deseas en la vida?- preguntó, cambiándome de tema.

-¿Realmente quieres saber?- reté, pero mi voz sonó más como una advertencia. El vaciló un poco y asintió.- Lo que más deseo en la vida, es haber sido yo la que murió el día que Trevor y yo chocamos.

martes, 13 de julio de 2010

44.1 Rescate

-Perfecto. Comienza la diversion.

Ambos vampiros se posicionaron frente a nosotras 3, esperando que Lucas y Damen entraran por la puerta, listos para atacarlos, pero se sorprendieron al oír un estruendo desde la ventana al otro lado de la habitación. Me sorprendí por no ver a Lucas y a Damen solo, pues también venía Will, el novio de Katherine, pero supuse que lo más lógico era que también viniera a ayudar a sacarla de aquí.

-¿Qué sucedió, Viena? ¿Megan te compró?- preguntó Lucas, inclinado ligeramente hacia adelante y sin despegar la mirada de la vampira.

-Cuanto tiempo sin vernos, Lucas.- dijo ignorando su pregunta.- ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? Ohh… ya recuerdo. En Cancún allá en México, ¿no? Que buenas vacaciones.- le guiñó un ojo aunado a una sonrisa coqueta y todos oyeron cuando Mason y yo gruñimos claramente celosos.

-¿Puedes cerrar la boca? Tienes una voz demasiado… chillona.- exigió Will, fingiendo una sonrisa —demasiado perfecta para mi gusto—que casi deslumbró a la vampira.

Una punzada de dolor me recorrió al no ver a mis padres, aunque ¿qué podía esperar de ellos si nunca habían estado ahí para mí? Suspiré y reprimí un gemido de tristeza, recordándome que lo que ellos hicieran o dejaran de hacer, no me interesaba. Pero desgraciadamente, por más que lo intentaba, no dejaba de dolerme el hecho de que no se hubieran preocupado lo suficiente en “rescatarme”.

-Les proponemos un trato- se burló Mason, que ya tenía abrazada a Viena.

Will, Lucas y Damen se cruzaron de brazos, aunque no por eso más relajados. Parecía que estaban perfectamente sincronizados, por que los 3 elevaron la barbilla al mismo tiempo, retándolos. Las 3 reímos bajito para que no se distrajeran. Lucas empezó a zapatear impaciente mientras esperaba que Mason hablara.

-La vampira y la rubia son de ustedes si nos dejan a la princesita.- ofreció.

-¡Jamás!- gritó Lucas.

Mason caminó hasta mí y tomó mi tomó mi barbilla, obligándome a ver a Lucas. Todo su cuerpo se tensó, así que Will y Dam tuvieron que detenerlo poniendo sus manos en sus hombros. Besó mi cuello y rozó los colmillos contra mi piel.

-Desgraciado.- escupió Lucas. Al siguiente segundo, Mason ya estaba al otro lado de la habitación, aturdido por el golpe que Lucas le había propinado. Lucas besó mi frente y quitó el cabello de mi cara.- Te extrañé.

Viena se agazapó y se lanzó contra mi novio antes de que me diera oportunidad de responder que yo también lo había extrañado. Mason se levantó, pero Damen lo derribó nuevamente, ambos cayeron sobre un montón de cajas. Dirigí mi mirada hacia mi prima y me sorprendí al ver a Katherine ya suelta y abrazando a Will. Cuando este se liberó, liberó a Ever y esta le agradeció con otro abrazo.

-Hola nuevamente, guapa.- me saludó son una sonrisa. Maniobró hábilmente y rápidamente tuve mis manos libres. Miré las feas marcas y me estiré para besar su mejilla.- No te preocupes, mejorara pronto.

-Gracias.- dije sonrojándome.

-Vamos, Vi, sabes que no golpeó mujeres.- reclamó Lucas.

-Afortunadamente yo sí.- respondió Katherine.

Se lanzó contra ella y Lucas se vio liberado de las garras de Viena. Estaba a punto de correr hacia mí, cuando el cuerpo de Mason lo lanzó lejos. Fulminó a Damen con la mirada por lanzárselo a él y mi hermanito reprimió una carcajada y se encogió de hombros. Busqué a Ever con la mirada, y la encontré peleando contra Viena junto a Katherine.

Sabía que debía ayudarlas, pero las piernas no me respondían. No sé si era por haber estado 3 días sentada o por el miedo, pero me sentía cohibida. Viena rodó sobre sí misma y se liberó de sus atacantes. Se movía rápidamente de un lado a otro del lugar en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que Ev y Katherine miraran de un lado a otro, desorientadas. La vampira estaba a punto de lanzarse contra el cuello de mi prima, cuando Katherine la jaló del cabello y la hizo caer al suelo adolorida.

-Gracias.- balbuceó Ev, con una mano sobre su corazón.

-Después me lo agradeces.- respondió.

La contraparte eran Will, Damen y Lucas contra Mason, que en vez de verse nervioso por ser 3 contra 1, se veía más relajado que nunca, como si estuviera más que seguro que podría vencerlos. Lucas y Damen lo tomaron por los brazos y Will se abalanzó sobre su cuello. Mason forcejeó un poco y cerré los ojos cuando presentí lo que iba a suceder. Solo oí un fuerte crujir cuando como cuando algo se rompe y el sonido de un cuerpo que golpea el piso. Ahogué un grito de terror cuando vi el cuerpo inerte de Mason en el suelo, y los chicos mirándolo con una mezcla de pena, tristeza y odio.

-¿Deberíamos ayudarlas?- preguntó Damen, señalando a Ev y a Katherine.

-No creo.- respondió Will.- Tienen mucho que descargar. Mejor ella que nosotros.

Los 3 rieron y siguieron mirándolas, ya más relajados. Will se limpió los labios con el dorso de la mano, quitándose la sangre del rostro y sonrió.

-Es sexy ver a las chicas pelear.- bromeó Damen.

-No bromees, idiota, Will se encela.- rió Lucas. Will puso los ojos en blanco y le dio un ligero puñetazo en el hombro.

Volví a oír el mismo crujido y sonido de caída, y supe que Ever y la Innombrable ya habían terminado con Viena. Katherine corrió y abrazó fuertemente a Will, pero Ev, se dejó caer al suelo de rodillas, escondiendo su rostro entre sus manos y sollozando mientras las lágrimas chorreaban por sus manos. Lucas caminó hacia ella y se sentó junto a ella, para abrazarla dulcemente.

Me quedé quieta, observando todo, con mis brazos a mis costados y la mirada perdida. Todo parecía tan irreal, tan falso, como si lo hubiera visto en una película, pero no, en realidad habían matado a los vampiros, y la prueba estaba en los cuerpos de los mismos.

-¿Dest?- llamó Damen. Me levanté, tambaleándome, pues mis piernas dolían mucho y lo abracé. El correspondió a mi abrazo y suspiró aliviado.- Hermanita, ¿te lastimaron?

Negué con la cabeza y me aferré más a él, como si nunca más fuera a verlo de nuevo. Ever me tocó el hombro y supe que debía soltarlo. Ella me abrazó y sollozo desesperadamente hasta que se alejó un poco y miró sus manos, cubiertas de sangre.

-Ev, tenías que hacerlo.- traté de confortarla, pero no pude, mis palabras parecieron quedarse flotando en el aire.

Damen me pidió disculpas con la mirada y me alejé, mientras la sostenía en sus brazos, protegiéndola con su cuerpo, mientras escondía su rostro en su cabello y frotaba su espalda.

Brinqué cuando sentí unas manos en mi cintura y me giré rápidamente para abrazarlo. Me cubrió con su cuerpo sin pensarlo 2 veces y escondí mi rostro en su pecho. Inspiré su aroma almizclado, a sol, tierra, colonia y pinos. Sentí sus dedos enredarse en mi cabello y me aferré a su camisa con tanta fuerza que la arrugué.

-Lucas…- balbuceó Damen, llamando su atención.

Ever ya había dejado de llorar, pero seguía con las manos temblorosas y los ojos hinchados, aunque un poco más calmada. Se limpió una lágrima con el dorso de la mano y trato de sonreír sin éxito.

-¿Te molesta que Dest pase la noche en tu casa? Solo por hoy…- pidió, aunque pude oír una nota de vergüenza en sus palabras.- No intentes pasarte de la raya con ella, Lucas, confio en ti.- advirtió.

Lucas asintió serio y me tomó la mano.

-Vamos, angel, hora de irnos.




Ninguno dijo nada de camino a su casa, ambos estábamos demasiado aturdidos por lo que acababa de suceder, solo que no soltó mi mano en ningún momento. Detuvo el auto frente a un gran edificio y nos bajamos. Entramos tomados de la mano, pero él me dirigía, ya que tenía la mirada clavada en el suelo. Nos subimos a un elevador y presionó unos cuantos botones hasta que se empezó a mover.

Me dirigió a través de un pasillo hasta que sacó un juego de llaves y abrió una puerta. El departamento era enorme, estúpidamente enorme, dado el hecho de que vivía solo. Estaba decorado de una forma muy moderna, todo blanco, negro y rojo. Nos sentamos en un sillón y quitó un mechón de cabello de mi rostro.

-¿Quieres hablar?- preguntó dulcemente.

Negué con la cabeza y bajé mi mirada a mi estropeada ropa. Extendí mis brazos y observé la suciedad en ellos, tomé un mechón de mi cabello y lo observé, estaba sucio y grasoso.- ¿Puedo… me prestas tu baño?

-Por supuesto.

-¿Sería mucho pedir algo de ropa?- pregunté avergonzada. Rió suavemente, algo que había extrañado como loca y me revolvió el cabello.

-Obviamente no tengo ropa de chica, pero veré en que te puedo ayudar. Ven, vamos a mostrarte donde tomarás tu baño.- dijo guiñándome un ojo.

Volvió a tomarme de la mano y me condujo a una gran habitación, que al igual que la mía, tenía una maravillosa vista al bosque. Había una gran cama con edredón blanco y almohadas negras. Había unos cuantos estantes repletos de libros y un sillón —Que se veía muy cómodo— con una bella lámpara a un lado. Había un par de cómodas, con 4 cajones cada una. Soltó mi mano y caminó a una cómoda; sacó un par de camisas y me las mostró: todas me quedarían largas. Me acerqué a él y tomé una camisa blanca con negro que sostenía en su mano. La puse frente a mí, y confirmé que me quedaba hasta un poco más arriba de las rodillas.

-Gracias.- susurré. Asintió y señaló una puerta al lado contrario de la habitación.

-El baño.- explicó. Besé su mejilla y la acaricié.- En lo que te bañas te prepararé algo de comer.

-Moriré.- bromeé. Me fulminó con la mirada y besó mi mejilla.

Caminé a la puerta y la abrí. Me quité toda la ropa y la lancé a una esquina. Abrí la llave y dejé el agua correr un instante llenando la tina y humeando. Cuando estuvo lo suficientemente llena, me metí de golpe y recargué la cabeza contra la esquina, dejando mis músculos destensarse con el calor. No sé cuánto tiempo estuve así, pero me apresuré cuando reparé en que Lucas me estaría esperando; me puse shampoo y me tallé con esponja y jabón los brazos y piernas hasta que me sentí completamente limpia.

Salí y me sequé con una toalla que había ahí y me puse mi ropa interior y una blusa de tirantes que llevaba debajo de lo demás. Me puse la camisa de Lucas y sonreí al reparar en que tenía impregnado su aroma. Salí del baño y caminé hasta la cocina, donde Lucas preparaba algo de comer.

-¿Te quedó bien?- preguntó sin mirarme.

-Perfecta.- respondí tímidamente.

Se giró y me miró con detenimiento de pies a cabeza.- La camisa no es lo único perfecto.

-La comida. Ahora.- ordené. Suspiró resignado y siguió con su labor. Me senté en una mesa que había ahí y lo miré trabajar, ruborizándome cuando mi estómago rugió, demandando por alimento.





-Bueno, ya estás acomodada. Buenas noches, ángel.- dijo y me besó en la frente. Habíamos senado, y ahora me estaba arropando en su cama, donde dormiría por esta noche. Me crucé de brazos e hice puchero a lo cual el rió extrañado.- ¿Qué?

-¿Y tú donde dormirás?

Se sentó junto a mí y acarició dulcemente mi mejilla; me sentía mareada, casi acalorada. Me regaló una sonrisa coqueta y se pasó una mano por el cabello.

-En el sillón de la sala.- respondió al fin con desgane, como si la idea no fuera mucho de su agrado. Tomé su mano entre las mías y comencé a juguetear con sus dedos, hasta que se convirtió en una guerra de pulgares. Fruncí el ceño cuando me ganó, ¿y cómo no? Si Lucas es más fuerte que yo, pero el ver su expresión me hizo reír.

-Está muy lejos.- respondí como quien no quiere la cosa. Puso los ojos en blanco y suspiró.

-En la silla.- señaló una silla que se veía tentadoramente cómoda que había en la esquina más alejada de su cama.

-Aún muy lejos.

Echó su cabeza para atrás y murmuró algo ininteligible, como si estuviera maldiciendo. Si hubiera sido en cualquier otro momento, probablemente me hubiera sonrojado, pero ahora no, lo quería lo más cerca posible, lo quería conmigo.

-Aquí en el suelo.- dijo señalando el piso junto a la cama. Negué con la cabeza y suspiró desesperado.- ¿Entonces donde?

-No voy a ocupar toda la cama.- respondí mirando a la ventana, esperando que no tomara mis palabras con doble sentido.

-Que conste. Tú fuiste la que ofreció. Así que si Damen se entera, yo no sé nada.- me advirtió con una sonrisa en los labios.

Me hice a un lado y se recostó junto a mí. Lo cubrí con las cobijas y tembló debajo de ellas antes de acurrucarse en la almohada, recostado sobre su costado y dándome la cara. Me sonrió coquetamente y abrió los brazos para que me acurrucara en ellos, cosa que hice sin objetar. Tomó mi barbilla y me besó en los labios, tan dulcemente que parecía mentira.

Rodó sobre sí mismo y me cubrió con su cuerpo, sin despegar sus labios de los míos. Sus caderas estaban presionadas contra las mías y sus manos me presionaban contra su cuerpo. Desvió sus labios a mi cuello, y me estremecí al notar sus manos debajo de la camisa acariciando mi espalda. Una de sus manos voló a mi hombro, y lo frotó haciendo que casi me doliera. Me sentía acalorada, y ahora no sentía calor por donde sus manos pasaban, sentía fuego.

-¿Y cuando piensas detenerme?- preguntó, en un jadeo.

-Mmm… yo te aviso.- exclamé.

Posé mis manos sobre su pecho y me aferré a su camisa con toda la fuerza que pude. Trazó la línea de mi mandíbula con los labios hasta llegar a mi oreja. No quería detenerme, por lo que protesté cuando se alejó.

-¿Alguna vez pensabas decirme que me detuviera?- preguntó confundido. Sentía mis mejillas arder, pero me sentía demasiado torpe como para verlo a los ojos. Todo se había sentido tan bien que me sentía horrible sin él.- Este es el momento en el que me dices que siga.- bromeó.

-Y este es el momento en que tú me dices que no, que está mal porque Damen confía en nosotros y que no hay que seguir por que estoy muy confundida por lo que acaba de pasar.- argumenté con mi voz de abogada.- Pero adivina… ninguno va a decir eso.

-A esto quería llegar. Buenas noches.

-¿Estás enojado?- pregunté en un chillido. Me miró divertido y sonrió.

-No. Vamos, Dest, tú sabes que no te obligaría a hacer nada que no quieras.- explicó.- No es el momento. Y realmente, quiero hacer las cosas bien contigo.

-Te quiero.- susurré en su oído.

-Yo te amo.- respondió. Me estrechó nuevamente contra su cuerpo y apagó la luz “mentalmente.” Ambos cerramos los ojos y nos dejamos vencer por el sueño. Había sido un día muy largo.




Me desperté por la luz del sol que se filtraba por la ventana. Seguía en los brazos de Lucas todavía. Sonreí y salí de la cama, dirigiéndome a la cocina por algo de agua. Abrí un par de gavetas buscando un vaso hasta que las encontré. Eran aproximadamente unas 7 botellas de plástico sin etiqueta, que contenían todas un líquido rojo. Tomé una y la puse a contra luz observando asqueada como aquel líquido era del mismo color y la misma consistencia de la… sangre. Oi como Lucas entro a la cocina y se congelo al verme.

-¿Qué es esto?- pregunté a Lucas, sin molestarme en esconder el horror en mi voz. Se pasó una mano por el cabello y dio un paso hacia mi.

-Dest…

-¡Dest Nada!- grité, lanzándole la botella. Un foco explotó, y me pregunté si yo lo había causado.- ¡Quiero saber que está pasando y quiero saberlo ahora!

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Holaaa! (: Como estaan?? :P
Siento no haberme aparecido estos dias, solo qe a mi cuerpo se le ocurrio que era una brillante idea enfermarse en pleno verano, impidiendome comer nieve o cualquier otra cosa fria que me quitara en calor. Tmbn se le ocurrio que era lindo dejarme sin poder hablar y con dolor de cabeza.. -.-"
Ps aqi les dejo los capps:D
Mmm.. ya empece la segunda temporada o libro ((como qieran llamarle)) para cuando termine esta historiaa:D Espero tmbn la lean:)
Espero les gustee, ahora si pubblicare mas seguido para terminar prontoo! xD
comenteen!
ilyy♥

domingo, 11 de julio de 2010

43.1 Tranquila

-Feliz noche Buena.- nos felicitó Viena unos cuantos días después a Ever, Katherine y a mí.

Ladeé mi cabeza un poco recargándola sobre mi hombro y la ignoré. Desde la “preciosa” confesión de mi prima apenas y habíamos hablado. No podía creer que habían pasado ya como 3 días y nosotras seguíamos aquí. Menuda bruja que tenía como prima y menuda vampira que tenía como… nada.

Ella no era ni sería nunca mi hermana.

¿Por qué? Porque la odio. La odio con todas y cada una de las partes que me conforman. El odio que sentía por Katherine en esos momentos era casi comparable con el que sentía hacia la víbora de Megan o hacia Taylor. Bueno, tal vez no tanto, pero si la odiaba.

-Ev...- la llamé. Ella movió ligeramente su cabeza hacia mí y vi en su mirada su preocupación.- No, no estoy enojada contigo. ¿Por qué demonios Lucas o Damen no vienen por nosotras?

Ella suspiró y se encogió de hombros, señalando que no tenía ni la más mínima idea. Eché mi cabeza hacia atrás y la recargué contra la fría y dura pared. Esto me estaba matando; el no saber cuanto más tiempo seguiríamos en este lugar atadas y sin saber nada de nuestras familias y amigos. Hay mucha gente que dice que odia sus vidas, que quisieran más acción y peligro en ellas, pero si supieran lo que yo vivo, todo lo que me pasa, se quedarían con las de ellos mismos, o al menos yo haría eso. ¿Cómo pasé de ser una adolescente casi común y casi corriente a una fenómeno atrapada con su prima por unos vampiros psicópatas? Hubiera dado lo que fuera por saber eso.

-Dest…- susurró Katherine, o como la llamaba, la Innombrable.

-Tú… no me hables.- dije lo más… amable que pude. Intentó volver a hablar y me sacó de mis casillas.- ¡Compréndelo de una vez! ¡NO-ERES-MI-HERMANA!- grité.

-Pero…

Entonces, exploté.

-¡Pero nada! Un hermano está ahí y juega contigo. Te cuida y te ayuda. Te hace rabiar solo por diversión, y te molesta solo para ver tu reacción. Te defiende si alguien te molesta y te dice como defenderte. -tomé aire. Quería callarme, pero no podía, ese enojo que había estado reprimiendo exploró dentro de mí y no me quedaba de otra más que sacarlo.- Tú no eres nada mío, y será mejor que te lo metas en la cabeza. No sé porque te fuiste, ¿pero adivina qué? ¡NO ME INTERESA! Mi único hermano es Trevor y así se va a quedar.

Ella y Ever se quedaron calladas mientras Viena sonreía complacida. Todo mi enojo y frustración se arremolinó dentro de mí, como un huracán en medio del mar que destruía todo a su paso. Necesitaba sacar todo eso; sentía como si me estuviera asfixiando con todo lo que me estaba guardando para mí misma.

-Cuando MI hermano murió, fue un gran momento para que hubieras aparecido, pero no. No te molestaste en ir. No te interesó. Así que eso de amigas, olvídalo.- mi discursó estaba por terminar. Necesitaba tanto que alguien me abrazara que no pude contener las lágrimas.- No me hables, no me busques y no te acerques ni a mi novio ni a mi familia, porque te juro Katherine, que si haces algo… te vas a arrepentir.

Su labio inferior tembló, tal como el mío hacia antes de llorar, y las lágrimas cayeron por sus mejillas. Podía ver el dolor en sus facciones, pero no sentía nada de remordimiento ni culpa; es más, casi, solo casi me daba gusto.

-Y tú, Ev, no intentes decirme que estoy mal.

-No lo haré, Dest.- sus palabras destilaron odio, pero hacia Katherine.

En los 3 días que llevábamos ahí, noté que ni Ever ni la innombrable se agradaban mucho. Eran primas, si, pero eso no significaba que tuvieran que quererse, ¿o sí? Tal vez tuviera una idea errónea del amor fraternal ya que yo siempre había tenido una relación más que excelente con mi prima y Damen.

Dirigí mi mirada a la ventana y vi como la nieve caía como pequeños algodones afuera, resplandeciendo contra la pálida luz de la luna y brillando como diamantes. Me hubiera encantado salir y jugar con ella, lanzar bolas y hacer ángeles de nieve, pero no podía.

No podía ó no puedo. Esas son las palabras más horribles que alguien puede pronunciar y/o sentir. Sentir la impotencia de no poder hacer nada por más que lo intentas y la frustración que ello trae. La sensación de desesperación al verte impedido de realizar algo que deseas es más que horrible; y, desgraciadamente, así me sentía yo al no poder moverme libremente o no poder marcharme.

-Lucas…- susurré. Un suspiro de melancolía se me escapó y mi corazón comenzó a latir con más fuerza. Lo extrañaba. Lo quería. Lo necesitaba.

-Ángel…- pensó alguien, alguien cuya voz reconocería en cualquier parte.

Levanté mi cabeza y busqué por todas partes, pero no había nada. Ya hacía tiempo que había dejado de pensar que estaba loca, o al menos no tan loca como para necesitar un psicólogo, así que tal vez solo fuera mi desesperación. Suspiré y recargué mi cabeza contra la pared.

-¿Pasa algo?- preguntó Ever.

-Nada.- respondí, reacia a admitir que seguía oyendo voces, y no precisamente como las que ella estaba acostumbrada.

-Sí, ángel, estás loca. Pero así me fascinas.- volví a oír. Está vez, no habían sido alucinaciones mías; era real.- No digas u hagas nada, ya las sacaremos de ahí. Tú tranquila.

-¡Viena!- gritó Mason desde la puerta. Ella giró su cabeza y lo miró a los ojos.- Están aquí.

-¿Quiénes?- preguntó ella, quien al parecer no tenía ni idea de lo que hablaba su novio. Mason nos señaló con la barbilla y ella sonrió son sorna.- Perfecto. Comienza la diversion.

martes, 6 de julio de 2010

42.1 Ev?

-Miren a quienes tenemos aquí.- se burló, dando un paso hacia nosotras. Ever lo retrocedió y me empujo hacia atrás con ella.- Nada más y nada menos que las preciosas primas Boudelair…

No supe cuando, pero ambos vampiros nos rodearon y se colocaron a nuestras espaldas. La vampira me tomó las manos y las puso detrás de mi espalda; le hicieron lo mismo a Ever. Me jaló bruscamente y me tiro al suelo de rodillas; amarró mis manos con cinta adhesiva y rió.

-No intentes nada, brujita.- amenazó el vampiro.- Ni tú ni tu prima son tan rápidas como para detenernos.

Ever y yo gruñimos, pero los vampiros solo rieron más fuerte. Nos levantaron y vendaron nuestros ojos. Fuimos arrastradas a no sé donde, solo podía sentir como mis pies eran arrastrados por el suelo. No intenté forcejear; la experiencia con Megan me había mostrado que no servía de nada, los vampiros son más rápidos y fuertes. Caminamos un poco más y oí un chirrido metálico, solo sentí como nos lanzaron a un lugar y caí sobre mi hombro derecho. Todo mi peso estuvo depositado en él, así que no pude evitar gritar del dolor. Se oyó como encendieron un auto y comenzamos a movernos.

-Deber ser broma.- los retó Ever, con la voz cansada.- Son vampiros, deberían tener ideas más de acuerdo a su especie para secuestrar inmortales. Digo, está bien todo el show de secuestradores, pero sean realistas, en el momento en el que deseemos nos largamos.

Cuando terminó de hablar, sentí que alguien me tomó por el cuello y rozó su aliento en el. Unos colmillos me rozaron la piel expuesta y solté un chillido que hizo a mi prima gruñir.

-Inténtalo, preciosa. Tú podrás ser capaz de manejar tus poderes a la perfección, pero tu prima no.- se burló, con su aliento rozando mi piel.

Sentí como se alejaba y pude oír como Ev lloraba de la impotencia de no poder hacer nada.

-Lo siento.- lloré. Movió su piel, buscando el mío y cuando encontró unió las suelas de nuestros zapatos.

-No te preocupes, ya saldremos de esta. Te prometo que saldremos de esta, hermanita.- juró ella. Solo pude asentir, ahogar mis lágrimas y esperar por un milagro.




Llegamos a un lugar que no pude identificar y nos bajaron como si fuéramos un par de muñecas de trapo y nos cargaron hasta no sé dónde. Oímos como abrían unas cuantas puertas y el sonido de alguien que enciende una luz.

Caminaron durante un rato y abrieron una última puerta antes de lanzarnos nuevamente al suelo, sobre mi hombro lastimado y con mi mejilla en el frio suelo. No aguanté caer nuevamente sobre mi hombro y solté un fuerte alarido y derramé algunas cuantas lágrimas, pero presioné mis labios para detenerme; ellos querían verme sufrir y no les iba a dar el gusto.

-Bienvenidas.- parloteó la vampiresa. El vampiro que al parecer era su novio, nos quitó las vendas de los ojos y pude ver todo.

Estábamos en una bodega. Los pisos eran de cemento y todo era de un color gris deprimente. Del techo colgaban unas cuantas lámparas. Había cajas de cartón por doquier y unas puertas de alambre. La chica me dio una patada y caí al suelo sobre mi mejilla, reprimiendo otro grito de dolor.

-Lo siento, no podemos darles los lujos a los que están acostumbradas.- dijo cerca del rostro de mi prima. Ella le escupió a la cara y él le dio una cachetada que la tumbó al igual que a mí.- Que Megan las quiera vivas no significa que tengamos que tratarlas.

-Con que esa víbora te contrató.- dije, mitad pregunta, mitad afirmándolo. Sentí un sabor metálico en mi boca, y no me sorprendí al encontrarme con que era sangre.- ¿Por qué no me sorprende?

-También Taylor.- respondió la chica con una sonrisa coqueta y un rastro de acento francés. El chico la abrazó por la cintura y besó su frente.- Ops, lo siento. Qué modales. Mi nombre es Viena y el de mi novio es Mason. No se presenten, son Ever y Destiny Boudelair.

-Estúpida…- murmuró Ever.

-Yo no soy la que está atrapada.- se burló Viena. Mi prima castañeó los dientes y ambos vampiros comenzaron a gritar de dolor.

Cuando se detuvo, Mason prácticamente corrió hacia mí y tomó el brazo que me dolía. Lo levantó en el aire y lo torció. Ever y yo lloramos, yo del dolor y ella por ver lo que me estaban haciendo. Tomó un pedazo de alambre e hizo un corte en mi muñeca. La sangre comenzó a correr y los ojos de ambos vampiros se tornaron del más oscuro de los negros y mostraron los colmillos. Ever los miró horrorizada mientras mi sangre caía al suelo y ambos presionaban sus labios para evitar atacar.

-Solo… solo un poco.- rogó Viena a Mason. El la fulminó con la mirada y negó rotundamente, reacio a que se acercara a mí.- Por favor. Hace mucho que no me alimento.- lloró ella.

-No. Ambos sabemos que si empezamos, no podremos parar, y Megan nos mataría si solo le entregamos a la rubiecita.- gruñó él.




-Dest, Dest…- murmuró Ever. Abrí los ojos lentamente y bostecé; me había quedado dormida. La miré preguntándome cuanto tiempo llevábamos ahí y suspiró.- Un par de horas, solamente. Ya está anocheciendo.

-Ok.-respondí.

Miré a los lados, y no había señal ni de Viena ni de Mason por ninguna parte. Estiré mis piernas, que ya estaban dormidas e hice mueca de dolor al sentir el molesto cosquilleo que se siente cuando las mueves. El lugar ya no olía a metal oxidado ni a moho, o tal vez fuera que ya me había acostumbrado a él. Las muñecas me dolían, sentía como si me hubieran cortado la circulación. Bostecé una vez más y clavé mi mirada en la puerta.

-Podríamos…

-No.- me interrumpió Ev, que miraba fijamente la única ventana que había, y dejaba entrar unos cuantos rayos de la pálida luna.- Pueden oírnos. No puedo arriesgarme a que te hagan nada. Toma, llama a Lucas o a Damen; diles que nos tienen los vampiros.

Con el pie me extendió un celular que arrastré hasta que estuvo al alcance de mis manos. Marqué los números que tan bien me sabía. Gemí y con desgane me dejé caer sobre mi hombro, dejando a mi oído sobre el celular. Solo oía el pitido de que marcaban hasta que alguien contestó.

-Dest, ángel, nos tenían preocupados, ¿donde están?- preguntó ansioso. Un sollozo se me escapó, mientras formulaba las palabras que iba a decirle.

-Lucas, mi amor, los vampiros nos tienen atrapadas, fue en el centro comercial. ¡Ayuda!- lloré. Maldije cuando oí el pitido de que no había señal se oyó. Alguien me arrancó el celular de las manos y chasqueó la lengua.

-Mal, muy mal, bonita.- me regañó Mason.- Tu noviecito no puede venir, lo siento tanto.- dijo haciendo una mueca de pena falsa.

-Idiota.- murmuré. Tomó mi rostro en una de sus manos y clavó sus uñas en mis mejillas.- Lucas vendrá por mí, y te vas a arrepentir.

-¿Lucas Russo?- preguntó Viena, mientras Mason me sentaba. Asentí como pude y rió.- ¡Cette cutie!-gritó en perfecto francés.- Si yo fuera tú, no me confiaría tanto. En un rato va a encontrar a otra chica y se olvidará de ti. Dímelo a mí y a las demás chicas.

-Ignórala.- exigió Ever. Agaché la cabeza y me encogí de hombros.

Eso me dolió. Me decía una y otra vez que no era cierto, que me estaba mintiendo, pero eso no lo mejoraba mucho; aún seguía doliendo. Le dirigí una mirada llena de odio pero me ignoró y caminó a la ventana. Dio un ágil salto y salió por ella.

Se oyó un fuerte estruendo sobre nosotros, y escombro empezó a caer sobre nuestras cabezas. Ambos vampiros se posicionaron frente a nosotras y miraron a todas partes. Una figura cayó del techo y todos la vimos la abierta. Katherine.

-No fue buena idea hacerles esto, Viena.- amenazó Katherine.- No está bien.

-¿Lo dice la que traicionó a su familia?- respondió ella. Soltó una amarga carcajada y se quitó el cabello de la cara.- No me hables de buenas acciones, Kate. Tú eres la menos indicada para hablarme de moral. Además no es tú asunto.

Ambas vampiras no dejaban de mirarse, y caminaban en círculos, inspeccionándose con la mirada. Katherine no terminaba de sorprenderme, siempre parecía saber dónde encontrarme. Cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí un escalofrío recorrerme la espina. El sueño que había tenido hace algunos días, volvió a mi mente, pero lo sacudí, argumentándome que eran puras ideas mías.

-Tiene… razón.- concordó Ever.- Puedes largarte.- hizo mueca de dolor y cerró los ojos con fuerza. Movió su cuello de un lado a otro y gruñó cuando Katherine bufó.

-Cierra la boca. Trato de ayudar.- reprochó Katherine.

-No te lo hemos pedido. No te tomes tantas… “molestias.”- mi prima hizo énfasis en la última palabra y entornó los ojos.

-¿Sabes qué? Te voy a ignorar. De todas formas no lo hago por ti.- respondió.

Viena se abalanzó sobre Katherine, y ambas mostraron los colmillos. Volteé mi rostro, pero aún así podía oír los golpes y las cosas caer mientras ambas se movían. Alguien se estrelló en la pared que había junto a mí, y solté un gritito ahogado. Katherine cayó haciendo mueca de dolor, pero cuando Viena rió, se volvió a poner de pie y arremetió contra ella. Mason intentó golpear a Katherine con un pedazo de metal, pero este cayó al suelo inconsciente cuando Ever le hizo no sé qué cosa.

-Gracias.- escupió Katherine.

-Katherine, ¡cuidado!- le grité. Volteó la cabeza para verme, y eso fue todo lo que necesitó Viena.

La mordió en el cuello y las rodillas comenzaron a fallarle. No debió haber bebido mucho, pues cuando la solto, mejor dicho, la lanz[o con brusquedad al suelo, Katherine se recargó sobre su hombro y se puso una mano en el cuello; solo se veía más pálida que de costumbre y un poco mareada. Los labios de Viena estaban curvados en una sonrisa y manchados de sangre. Los limpio con su lengua y suspiró con satisfacción, viendo como Katherine se arrastraba hasta la pared más cercana.

-Ahora sigue tu hermanita.- amenazó la vampira.
-¿Quién?- pregunté sintiendo la sangre como engrudo en mis venas.

-Tú.- respondió.

La forma tierna de hablarme y de verme, los ojos, el cabello… todo concordó como un rompecabezas. El sueño que había tenido días atrás no había sido solo un sueño, había sido una visión, y el desmayo no había sido un desmayo, había sido parte de la visión.

-¿Ev?- llamé, sintiendo un gran y doloroso nudo en la garganta.

Mi prima esquivó mi mirada, apenada y asintió.

-Es verdad…