Soulmates

Sola. Esa fue la unica palabra que logró penetrar mi caparazón.



jueves, 14 de octubre de 2010

5.2 Culpa

Katherine.

Me levanté y Damen conmigo, ambos decididos a no hablar con ella. Hizo mueca de dolor, como si mi rechazo le doliera en el alma, pero, ¿acaso debía importarme? No, yo creo que no. Me sacudí la nieve de la ropa y me cubrí con la manta mientras Damen tiraba de mi mano para marcharnos de ahí. Comenzamos a caminar de regreso a la casa, donde sabíamos no tendría el valor de ir, cuando ella me tomó de la muñeca y me jaló hacia ella.

-¿Puedes darme cinco minutos?- preguntó, la voz ronca y rasposa como quien acaba de despertarse aunque estuviera anocheciendo.

-¿Qué tal si tú me das tres mil años y después vuelves?- ladré.

-Por favor…- suplicó ella en un hilo de voz.

Damen tensó su agarre en mi muñeca y me jaló hacia la casa con un poco más de fuerza de la necesaria, haciendo que esta me doliera. Sentía como si su piel estuviera extremadamente caliente a comparación de la mía; probablemente fiebre. Me tambaleé, pero como siempre, Damen evitó que callera y chocara contra el suelo.

-Kath, no es momento.- escupió él.

-Dam, necesito terminar de una vez por todas con esto.- dije, sorprendiéndome a mi misma de hacerlo. El me dirigió una mirada llena de escepticismo, igual de incrédulo que yo.

Katherine parpadeó un par de veces, sorprendida por mi repentino cambio de humor y después sonrió complacida con mi respuesta. Tomó mi mano y me jaló hacia donde ella se encontraba, pero Damen no suavizó su agarre.

-Te advierto algo. Si algo le sucede te vas a arrepentir. Iré y te buscaré y te las vas a ver conmigo.- amenazó Damen, sin dejarme ir.

-No sabes donde vivo.- respondió ella a la defensiva. Algo en la elevación de su barbilla y ese brillo retador en su mirada me recordaron a Ev.

-¿Es amenaza?

-Tómalo como quieras. Y no me amenaces que no sabes de lo que soy capaz.- sonó como si fuera burla, mas la amenaza estaba más que inscrita en sus palabras.

-No.- dijo él con sorna. Negó con la cabeza y sonrió.- Pero Trevor si, ¿verdad?

Ella lo fulminó con la mirada y frunció el ceño, pero aún así, logré captar algo de dolor inscrito en sus facciones. Era como si por fuera intentara mostrar ser fuerte e indiferente a los comentarios de nuestra familia pero por dentro el dolor la carcomiera viva. Como una máscara perfectamente puesta que estaba a punto de romperse.

-Mejor vayámonos ya antes de que me arrepienta.- suspiré. Damen suspiró y Katherine sonrió. Pude ver la burla dirigida a mi mejor amigo.




El camino era silencioso, pero sobre todo, frío. Llevábamos como dos horas encerradas en aquel auto rodeadas de bosque y silencio. Coloqué mis muñecas frente a las rendijas de la calefacción para sentir el tan añorado calor que estas proporcionaban. Suspiré de alivio cuando volví a sentir la movilidad en mis dedos después de un buen rato de no sentirlos. Oí una risita a mi lado, y volví la mirada hacia ella, para ver qué era lo que tanta gracia le hacía. Me sonrió, probablemente esperando la misma respuesta de mi parte, pero hallándome tan hostil como de costumbre.

-¿Y cómo te ha ido?- preguntó amablemente.

Entorné los párpados, sin molestarme en ocultarlo. Ella se estremeció ligeramente, pero no dejó que el auto perdiera el control. Tomó el volante con más fuerza y clavó la mirada en la carretera, como si no le hubiera molestado aquello.

-No sé. ¿Tú qué opinas? Megan casi me mata. Maté a Taylor.- bufé.- Vaya, Katherine, me ha ido genial.

-¿Y mamá y papá?

Tragué saliva, odiando que los llamara de aquella forma. No porque también fueran sus padres, si no porque ni siquiera merecían que ella los llamara de aquella forma, por más que la odiara.

-No es de tu incumbencia.- respondí tajante. Ella volvió a estremecerse.- ¿A dónde demonios me llevas?

-A un lugar que se que te va a encantar.- respondió.

Su voz era tan suave y dulce que por una milésima de segundo, me sentí mal por ella. ¿Qué se sentiría que toda tu familia, incluyendo a tu hermanita que apenas y conoces te odie? Sacudí mi cabeza e intenté regalarle una sonrisa que me salió más como una mueca.

Me hundí en mi asiento y me crucé de brazos, odiando aquel silencio incómodo que se abría paso en el auto. De no ser por el ruido del auto sobre la carretera, el rugido del motor y el sonido del viento golpeando me hubiera vuelto loca ahí con ella. Cerré los ojos y los mantuve así alrededor de media hora, ignorando todo a mí alrededor. Me concentré en oír o mover algo con la mente, pero el silencio de Katherine me dijo que nada sucedía.

Pensé en Lucas. Fue como ver un oasis a mitad del desierto. No podía sacarlo de mi cabeza no importaba cuanto lo intentara. Pensar en el me era tan indispensable como respirar y tan reconfortante como un soplo de frío viento el día más caluroso del verano. Solo ver su imagen en mi mente me hacía sonreír como tonta; mi pulso se desbocaba y sentía la punzante necesidad de besarlo a toda costa en ese mismo instante.

No podía creer que hubiera hecho algo tan bueno como para tenerlo conmigo. Solo. Mío. Y. De. Nadie. Más.

Después de unos minutos, el auto se detuvo y sentí como movieron mi hombro suavemente. Abrí los ojos y me encontré con que me había quedado dormida. Bostecé y estiré mis brazos para despertarme completamente.

-¿Has dormido bien?- preguntó ella.- Hey, no te ves bien.

-Me siento bien.- respondí, controlando mi voz.

Colocó sus manos sobre mi frente y mejillas y las dejó un momento ahí, midiendo mi temperatura corporal. La miré sorprendida mientras me recargaba sobre el respaldo del asiento y ella “cuidaba” de mí. Miré afuera y vi un restaurante algo elegante para mi gusto, pero no me sorprendió, ella siempre había sido un poco elegante.

-Estás ardiendo en fiebre.- dijo finalmente.- ¿Quieres que te lleve a casa?

-Estoy bien, enserio.

-Dest, no hay problema. Hacemos esto después…

-Kath, enserio, puedo hacer esto.- respondí. Abrí la puerta y me bajé del auto.

Sentí el frío viento golpearme con furia, como si deseara hacerme sentir su fuerza para que me alejara, pero no lo lograría, seguiría de pie pasara lo que pasara. Di un paso al frente, y comenzó el dolor.

Sentí un dolor agudo entre las cejas y toda la cabeza. Era como si alguien hiciera presión en mis sienes con sus nudillos. Sentía como si alguien me taladrara la cabeza; el dolor era insoportable.

Caí de rodillas al suelo, la nieve comenzó a derretirse y mi ropa se mojó. Quería levantarme, pero el dolor era tan grande que no podía más que quedarme ahí tirada, retorciéndome del dolor. Katherine me levantó de un ágil movimiento y me sentó en el asiento del auto, cuidando no moverme demasiado.

-Respira y tranquilízate.- me pidió. Sus manos revoloteaban sobre mí, como si no tuviera idea alguna de que hacer.

-Eso…inten…to.- murmuré entre dientes, reprimiendo un grito.

Tomó su celular y marcó un número.

-¿Will? ¿Amor? Necesito tu ayuda. Ahora.- dijo ella, dándole a entender a su novio que era realmente urgente.




No supe quien me bajó del auto ni quien me recostó en una cama. No sabía dónde estaba ni que hora era. Probablemente era muy tarde, pero esa era la última de mis preocupaciones. Sabía que me buscarían por la amenaza de Damen, pero no sabía cuánto tiempo tardarían. Es más, no sabía si realmente querían que supiera donde estaba.

Katherine y Will corrían por la habitación de un lado para otro, buscando lo necesario para “curarme”. Primero un termómetro y después me cubrieron con algunas mantas, cuidando no moverme demasiado para no lastimarme. Todo el cuerpo me dolía. Era como si hubiera hecho algo de lo cual estuviera tan adolorida que apenas podía moverme.

-Kath, llama a Ever.- sugirió Will, con su mano en mi frente.- Bonita, ya verás que te pondrás mejor.- me susurró.

-Will… Ella no…

-Kath, llevas más de cuatro horas sin que ellos sepan nada; necesitas llamarlos.- lo último fue más como una orden en vez de un simple comentario que un novio hace a su novia.

-Está bien…- dijo resignada, la voz llena de preocupación. Tomó el teléfono y salió de la habitación, marcando número frenéticamente, con las manos temblorosas.

-Will… Hazme un favor.- escupí entre dientes como pude, reprimiendo el dolor que sentía en todo el cuerpo; de la cabeza hasta las puntas de mis pies.

-¿Qué necesitas, bonita?

-No le comentes nada a Lucas.- me miró confundido, como si acabara de oír una estupidez de lo más grande.- Por favor. No puede saber.

-¿Por qué?- me cuestionó.

-Porque no quiero que sepa que todo esto es por su culpa.

2 comentarios:

  1. wow me encanta tu historia esta muy buena! :)
    aunque estoy un poco perdida porque hacia mucho tiempo que no la leia ;)
    bueno pasate x mi blog si podes sip?
    bsoo!

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  2. OW! Que linda Kath(:
    ya me esta callendo mejor(;
    Y que lindo Will tmbn...

    Oh, no! ¿xq por culpa de lucas?

    iré a leer el siguiente capitulo(:
    ily

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